jueves, 29 de junio de 2023

Porque la memoria hizo su tarea

Y de entre todo lo acontecido, tengo una imagen grabada en mi memoria... En el patio (como en el resto de la casa) todo se podía mover, pero existía un objeto que parecía estar adherido al piso, una silla mecedora compacta que mi madre mandó modificar y siendo la misma, se volvió totalmente diferente. 

En aquellos tiempos en los que la base era curva y esto facilitaba el movimiento inconsistente, mi madre pidió que pusieran unos canales de madera; y en esos canales con los extremos elevados, el movimiento era preciso; y alejó el temor de mi madre de, en algún momento mecerse demasiado y caer hacia atrás.

Por la tarde y después de sus labores salía al patio con su canasta, sacaba su aguja de gancho e hilo cristal y se ponía a tejer y tejer; y no se detenía hasta terminar una hermosa mañanita.

Haber rescatado ese recuerdo que estaba escondido en alguna parte de mis pensamientos no tiene precio...

lunes, 26 de junio de 2023

Un día a la vez

Abrí la puerta con la certeza de que sería difícil, estás ahí, frente a mí, esperando una señal que te indique que pases, tus ojos vibran con intención de saltar sobre mí, mi primer impulso fue abalanzarme sobre ti pero algo hizo clic en mi cerebro y me mantuvo en el mismo sitio, tu suavidad no ha podido doblegar mi decisión de terminar contigo. 

Es extraña la forma en que nos movemos después de una ruptura, las buenas charlas, las sonrisas cómplices, los silencios que dicen tanto, todo deja de existir.

- Pasa, Manolo -, me escuché decir; y me hice a un lado y pude ver tu cuerpo moverse con esa serenidad que te caracteriza. - Tus cosas están donde las dejaste -, le señalé el camino.

Me senté en el sofá e intenté concentrarme en la lectura,  me fue imposible. Mis pensamientos se fueron hacia momentos mejores, ahí me quedé el tiempo suficiente para que terminaras de guardar tus cosas. 

Porque solo hay que saber elegir el antifaz adecuado, hasta que ya no tengas que fingir.

jueves, 22 de junio de 2023

Yo y mis fragilidades

🎼 🎶

Me gusta dejar la ciudad los fines de semana, (o antes) y ver desde el retrovisor cómo se va desvaneciendo el caos, dando paso a la serenidad que me espera con la vista al frente.
Me gusta tomar atajos que la mayoría de las veces resultan contraproducentes, (si de tiempo de claridad hablamos), porque la luz no es eterna.
Circular por senderos desconocidos, (sin prisas) con el sobresalto atorado en mi garganta cuando empiezo a sentir el ocaso.
Observar los árboles y creer reconocerlos por las grietas de su corteza, quizás por la altura, o su expansión, para al final darme cuenta que no tengo idea de dónde estoy; y por más que intento, no reconozco ninguno de los árboles.
Me gusta refugiarme en ese pequeño y central monoambiente, rodeada de la nada y la infinita belleza; y regresar a la ciudad desnuda de malos rollos y etiquetas.
Viajando sola... porque la mejor compañera es la que me quiere como soy...  

martes, 20 de junio de 2023

Hablemos de recuerdos

¿Cuál es el platillo reconfortante que tu madre te preparaba cuando eras una cría?, preguntó Tere.

Marcela habló primero: Mamá Refugio me preparaba sopita de papa cuando estaba triste, cuando reprobaba, cuando cortaba con algún noviecillo... Y extrañamente me la preparó la mañana que me casé.

Tere continuó: Mamá Virginia me preparaba sopita de col, en mi época mala llegó a prepararla tanto que terminé por aborrecerla.

En ese momento nos interrumpieron esos elementos perfectos de la creación, sí, esos que parecen haber sido esculpidos a mano alzada por un ser superior (amigos de Marcela). -Venga, que la cosa aquí está aburrida, vayamos a otro lugar...

Eran tres, uno de ellos, el más joven pasaba los cuarenta, los otros ya superaban los cincuenta, bebían cerveza y hablaban mucho.

Marcela los interrumpió... - Estábamos en un debate de importancia mundial, ¿se quieren unir?, -venga. Los puso al corriente y empezaron a hablar.

El más joven dijo que su madre le preparaba chocolate caliente y una hogaza de pan de masa madre que untaba con mantequilla casera.

Uno de los mayores mencionó que le preparaban sándwich de pavo con una rebanada extra bañada con gravy que ponía en el interior, justo entre las dos capas de pavo.

El último se quedó pensando, al final no supo qué decir, su madre siempre le preparaba una variedad de platillos estuviera o no pasando por situaciones complicadas.

- Sigues, Maia...

- Pimientos rellenos y coditos blancos... Ella les llamaba ''coditos de cielo''.

Al final del día todos teníamos una sensación mezcla de ternura y tristeza, la aparición de un amago de sonrisa lo demostraba.

Y ahora frente al ordenador me pregunto, 

¿Cuál es el platillo reconfortante que te preparaban?.

domingo, 18 de junio de 2023

¡Hablemos!

- Tengo dudas
- Te escucho
- Estoy tratando de tomar una decisión, la mejor decisión para todos, sin apresurarme, ni equivocarme.
- Lo harás bien
- Quizás solo necesito un pequeño empujoncito, Maia.

Me quedé observando el entorno, una estrecha y redonda mesa para dos, tan compacta que al estar tan cerca de Miguel sentía que escuchaba sus más oscuros pensamientos... ¿Y por qué le gusta este lugar?, ¡es tan masculino!.

Un restaurante enfocado en los deportes, principalmente el soccer, negro en su totalidad, solo una franja a media altura con dibujos de balones, en la parte superior enmarcadas las camisetas autografiadas de jugadores quizás famosos, al fondo una barra y detrás la puerta que da paso a la cocina; con ese olor inconfundible a grasa quemándose... Al lado las escaleras que llevan al segundo nivel, el piso es de lámina negra con remaches que crujen al subir, haciéndote sentir que pesas una tonelada. La mesa que escogimos está pegada al cristal que funge de pared de aproximadamente un metro y sostiene de no caer al abismo, el resto de las mesas es para seis personas, al centro se encuentra el bar; y adornando dos de sus paredes ocho pantallas, todas sincronizadas en fútbol soccer.

- Puedo ayudarte con eso (su rostro mostró desconcierto), - con el empujoncito que necesitas, Miguel, ¿Te parece suficiente altura?, señalándole con la mirada los cuatro metros de caída al primer piso. Una estruendosa carcajada salió de su pecho.

Una mesera que apenas alcanzaba la mayoría de edad se acercó para atendernos, Miguel sabía lo que quería, (lo que todos los que van a ese restaurante), la especialidad de la casa, Boneless bañados en alguna de sus salsas de fruta con picante y cerveza de botella; yo seguía indecisa, por ahí en un rincón del menú me encontré con una ensalada tropical; y sí, acompañada con cerveza...

Casi una hora después asomé por el cristal y vi al chef que venía subiendo la charola, de un lado traía una canastita con los boneless y del otro un enorme plato rectangular de aproximadamente cuarenta centímetros y sí, era la ensalada, personalmente nos atendió y se ofreció a vaciar mi cerveza en un pesado tarro; y ponerle hielo... la ensalada era incomible, productos congelados y con sabor a rancio, pero al ver la carita del chef que se quedó cerca para atendernos me sentí comprometida a picarla, él, cada tanto se acercaba a preguntarme si agregaba más ingredientes al enorme plato de ensalada.

Miguel se sintió perturbado por la atención personalizada del chef y prefirió dejar la conversación para otro momento, se ofreció a acompañarme al coche y pidió la cuenta.
- Yo invito
- Ok, ok, no tengo ningún problema con esas cosas del empoderamiento femenino mientras quedes debajo de mi cuerpo, el mejor lugar para disfrutar de la mujer ¿quieres probar?...
- Adelántate, Miguel, ¡me hago cargo!, pésimo tu comentario.

El chef se acercó abrió el folder, me entregó el ticket y una mentita - Señorita, cortesía de la casa, me permite acompañarla hasta su coche.

Pero eso es otra historia...

viernes, 16 de junio de 2023

En los límites

Hay un estrecho camino separando las casas de gente acomodada y al cruzar la calle la colonia vecina es para gente trabajadora, son casas estrechas construidas en terrenos pequeños, al frente están adornadas con una pequeña jardinera (a veces), bardeadas o no, son lugares donde la escasez se percibe y el bullicio aflora.

Al caer la tarde empezaba el movimiento, los sonidos potentes, el bullicio, el descontrol. Así descubrí que habia una canción continua llamada Mortadela y Filemón, (se repetía tanto, entre otras). Se deslizaba la noche y desde el privilegio del silencio que se veía interrumpido, podía escuchar el estruendoso tocadiscos. Desde mi ventana los escuchaba gritar con sus voces estridentes, desde mi ventana los escuchaba divertirse... Vivir.

Vivíamos ahí, en el límite de la opulencia, -Maia, tienes prohibido cruzar la calle, tu padre es barrio y algún gen debes haber heredado, no quiero que te vayas a involucrar en una situación que no puedas manejar-, decía mi madre.

Eso no impidió que lo cruzara y tuviera amistad con una gran familia de cuatro integrantes, el menor, un niño rubio, de ojos verdes, de catorce años, el mayor por dos años, era moreno, de ojos oscuros y cabello crespo. En su trato los padres hacían una gran diferencia, siendo beneficiado con el mejor trato el menor.

Y pasaron los años; y la amistad con Richard (el hermano mayor) se vio fortalecida, al ganarse el cariño de mi madre; ya no había necesidad de ocultarnos. 

Tiempo después Richard se casó con mi hermana.
Unos años después, mi amistad con Richard terminó cuando intentó meter su mano bajo mi sostén (también mi relación con mi hermana).
Cinco años después, mi madre se enteró que Richard mantenía relaciones sexuales con todo lo que llevara falda. También se enteró que maltrataba a mi hermana (su hija).
Por esos tiempos mi madre confrontó a Richard, él a su vez argumentó que su comportamiento era por haber sido un niño menospreciado por sus padres. Mi madre lo echó de casa, mi hermana la apoyó y se divorció.
A veces visitaba a mi madre, desde la ventana escuchaba quebrarse el silencio ante el ensordecedor ruido que provenía de la acera de enfrente.

miércoles, 14 de junio de 2023

El día después

Me apetecía llevar algunos panes y me dirigí a panadería, cogí una charola, tenazas y seleccioné un par de bolillos. 

Al ir al mostrador para que me lo empaquetaran no había nadie, un botón/timbre blanco en el mostrador -pulse aquí - y así lo hice, no escuché nada y entonces seguí pulsando una, otra, otra, otra y muchas veces más, me di la vuelta sin quitar el dedo del botón para buscar a alguien que pudiera atenderme y a lo lejos vi una mujer mayor, rondaría quizás los sesenta, poco más y de cuerpo generosamente en reposo, venía corriendo lo más veloz que su cuerpo le permitía y balbuceando algo ininteligible, cuando estuvo cerca pude entender lo que musitaba, -casi llego, casi llego, casi llego, casi llego- ... 

Al colocarse detrás del mostrador y soltar una débil frase -momento por favor - se dispuso a recobrar el aliento. -Tómese su tiempo, no llevo prisa- (tenía poco tiempo pero no deseaba verla en ese estado), ¿En serio?-, -sí, por supuesto -, -como no ha dejado de presionar el botón-, -ah, pero no se escucha, creí que no funcionaba-. Se sacó un aparato que tenía en la bolsa de su uniforme y se quitó un auricular de esos que rodean detrás de la oreja y me acercó ambos para que escuchara; y sintiera, luego que pegué el aparato a mi cuerpo y me acerqué al auricular, la mujer presionó el botón y de inmediato sentí una larga e intensa vibración seguida de un tenue, molesto y continuo sonido de silbato. Me disculpé con ella de la forma más honesta y me retiré avergonzada. 

La siguiente vez que fui, conocedora de la situación decidí que si no estaba, esperaría paciente, era temprano y llevaba un par de cafés, uno para la mujer que me había atendido la ocasión anterior, en ese momento observé el timbre y leí "Pulse aquí SOLO UNA VEZ"... 

Sonreímos y como no había clientes nos pusimos a charlar detrás de esos vasos grandes de humeante y delicioso café.

domingo, 11 de junio de 2023

Polvo bajo la alfombra

Todo cambia cuando hay una ruptura, al inicio los amigos mutuos al saludarte sonríen condescendientes, te muestran su apoyo, te ofrecen su hombro y todo se vuelve abrumador, dudas si detener ese desfile de buenas voluntades para no herir susceptibilidades, te armas de paciencia y esperas que todo vuelva a la normalidad.

Pero llega una siguiente etapa; y esos mismos amigos ahora te saludan de forma más íntima, el abrazo se vuelve largo e invasivo, es más de lo que eres capaz de tolerar. La  mano amplia se posa en el centro de tu espalda,  con suavidad y firmeza te empuja hacia su cuerpo, como si con esta acción tratara de  impregnarte con su aroma, su voz cambia volviéndose más ronca, su mirada se intensifica; y de la nada... -¡Salgamos, Maia!, dame la oportunidad que me conozcas-.

Empezo a cuestionarme qué entendemos por amistad...

viernes, 9 de junio de 2023

El innombrable

🎼 🎶

Este fin de semana coincidimos en una reunión con Manolo, es lo que sucede al tener amigos en común, sabía que en algún momento pasaría pero no esperaba que fuera tan pronto. Sentí su mirada y empecé a ignorarlo, (aprovechar esa capacidad femenina de una visión más amplia me ayudó mucho), cuando veía que se acercaba, me retiraba, este juego absurdo del gato y el ratón me agotó en los primeros momentos y dejé que fluyeran las cosas de forma natural.

Marcela se acercó en determinado momento y me advirtió de su presencia, me dijo que lo veía más delgado y demacrado, que se veía en todo su aspecto una cierta tristeza, no dije nada, me quedé pensando, ¿por qué siempre intentamos justificar a los hombres creyendo que su aspecto nos indica que lo están pasando mal cuando es probable que ya hayan pasado página?, es absurdo.

Me dediqué a disfrutar de la compañía, el buen vino y el show que se estaba desarrollando, en algún momento lo tenía detrás, susurrándome al oído, sentí el calor de su aliento al hablarme bajito y una repentina frialdad me envolvió totalmente, me di la vuelta y quedé frente a él.

-Me gustan tus ojos, Maia, me sigue gustando tu mirada-, esperaba una respuesta que no llegó y volvió a insistir, -Cariño, extraño tus buenos días- no pude evitar una tenue sonrisa, -Extrañas todo de mí, Manolo-, -también es cierto. Me di la vuelta y seguí disfrutando del espectáculo...

domingo, 4 de junio de 2023

Por ahora



Una ducha larga y refrescante... Una copa de vino, el capítulo de un libro a medio terminar... quizás, o ver "El sastre", serie...  
Y después de estas interminables noches de soledad y meditación... al despertar.
¿Té o café?.

viernes, 2 de junio de 2023

Pálpito


Llegué a casa agotada mentalmente, tenía una cena con Manolo que estaba tentada a cancelar, o reconducirla a este espacio acogedor en casa, pero es sabido que las decisiones que tomo en momentos así no siempre son las más acertadas. 
Entré en la ducha decidida a salir reconfortada, el móvil no dejaba de vibrar y eso me obligó a cortar lo antes posible ese momento de desconexión que estaba teniendo bajo el agua.

Al revisarlo, tenía ocho llamadas perdidas de Marcela, al momento de contactarla tuve una extraña sensación, -Maia, ¿está Manolo contigo?-, instintivamente respondí a la defensiva -sabes que no, Marce, ¿qué necesitas?-, -nada, solo quería saludarte, entiendo que Manolo tiene mucho trabajo-, -me doy cuenta que sabes más que yo, amiga-. Después de colgar estuve tentada a llamar a Manolo pero mis dedos se quedaron rígidos y ese pensamiento inconcluso no terminó de aterrizar. 

Minutos después llamó Manolo para cancelarme, aludiendo que tenía mucho trabajo, -no te preocupes; ya me enteraron-, me escuché decir y no tenía idea por qué, lo único claro es que esas palabras salieron desde lo más profundo, -estaré trabajando en la oficina y quizás apague el móvil, te veo mañana en el desayuno, cariño-, por alguna extraña razón ese ''cariño'' me supo a hiel.

Algo me estaba dando vueltas y me tenía inquieta, pero no sabía descifrarlo, aún envuelta en la toalla me recosté y perdí el sentido del tiempo, dicen que los sueños te reconectan con tu subconsciente, con todos esos pequeños detalles que has pasado por alto y al final, terminan aclarándote las cosas, supongo que algo hay de cierto en eso porque desperté muy temprano y llamé a Diana, una amiga que se dedica a elaborar comidas especiales, pedí que le enviaran dos desayunos reconfortantes y que agregara una nota para entregar en la oficina de Manolo...