— Maia, no me casaré, no quiero un matrimonio y ya no estoy en edad, ni de tener hijos, tampoco de adoptarlos, a menos que sea un hombrecito ya crecido, que se atienda solo, se mantenga solo; y que no dependa en absoluto de mí como su madre, solo así adoptaría
— De hacerlo ¿en que edad te gustaría que ronde, el hombrecito?
— Pues mira, remilgosa no soy, diría que de los treinta pa'rriba
— Jaja, lo quieres ya aprendidito
— Por supuesto, eso no se consideraría incesto, ¿no?
— Ay, Sara, oye, ¿vamos a comer?; y me cuentas cómo te sientes por la decisión que has tomado
— ¡Sii!, amiga, hay que celebrar, conozco un lugar buenísimo, me lo recomendaron, es solo para mujeres, no tiene una gran variedad en el menú de comidas pero sí en bebidas; y Maia, no es vegano, así que, vete preparando
Al ver su mirada brillante no pude evitar sentir un escalofrío, sobre todo después que susurró en mi oído "carne de primera". Por sus antecedentes en conducción preferí manejar yo, prácticamente cruzamos la ciudad de un extremo al otro, me indicó que me estacionara en una tienda de lencería, entramos y me distraje con unas prendas de encaje rojo.
— Maia, es por acá; y me señaló una puerta lateral que se confundía con el tapiz de la pared, entramos a un corredor y llegamos a unas escaleras, descendimos; y ahí, frente a nosotros un aviso que indicaba que estaba prohibido sacar el móvil. Después del cartel había una puerta roja que te adentraba en un restaurante íntimo y acogedor, pero improvisado. Cada mesero cubrían solo dos mesas, "demasiado personal", pensé. Al traernos la carta mi atención fue a parar en unas letras diminutas que estaban perdidas entre tanto, Sara interrumpió mi intento por leer en qué consistía ese platillo.
— Amiga, sería tu mejor elección, "El especial" es espectacular
— No sé, me siento inmensamente vieja, no logro ver los ingredientes, ¿es carne?
— Maia, déjate de cosas y pídelo
El mesero se acercó y le pedí "El especial"
— Disculpe, ¿qué?
— Este pequeñito de aquí; y le señalé con el índice el diminuto espacio
— Pero, ¿qué lleva el especial?
— Pues si no sabe usted...
— Sí, por supuesto, me refería a si tiene algunas indicaciones específicas
Para ese momento mi cabeza estaba trabajando a marchas forzadas y había enlazado todo; y ante tanto mesero guapo y jovencito me di por enterada, -o eso creía-.
— Solo tráigame agua embotellada, por favor; y que esté fría
— ¡No, no, no, no!, tráigale el especial, por cierto, no le gustan los pollitos, se apresuró a decir, Sara, sonreí nerviosa. — Anda, disfrutemos juntas
Minutos después apagaron las luces; y frente a nuestra mesa aparecieron tres hombres maduros, vestían camiseta y pantalón negro, destacaba en su brazo izquierdo un lacito rosa, en apoyo a este tema tan delicado que busca crear conciencia, después del bellísimo baile sensual nos acompañaron a comer y el consumo se destinaría a esta causa.
Pedí una tabla de quesos y jamones acompañada de un Pinot Noir, cerca de diez años siendo vegana no te deja margen para salirte de la línea; y cuando lo haces, las consecuencias se hacen notar, ha valido la pena al darme cuenta del compromiso de los hombres para un tema tan delicado que ataca a las mujeres.
Brindemos por los bellísimos hombres que se comprometen en situaciones que atacan directamente la salud de las mujeres.