viernes, 27 de octubre de 2023

Quizás aún

Al entrar, al lado izquierdo había un baúl bordó en la sala que parecía darte la bienvenida. "Papeles, papeles y más  papeles, solo documentos oficiales", decía mi madre y no permitía que se abriera, estaba prohibido a mis hermanos, se los dijo a cada uno de ellos, nunca directamente a mí; y a pesar de no tener llave, nadie lo tocó, hasta aquel día.

Una tarde de otoño en la que no sabes si es de día o de noche, me encontraba sola en esa habitación, con las puertas cerradas y la luz apagada, mis padres estaban trabajando y mis hermanos quizás en la calle jugando, usé el comodín de hija menor a la que nadie le prohibió nada; y lo abrí. 

Dentro encontré más de lo que en vida hubiese imaginado. Envuelto en seda gris, había un extenso paquete de fotografías de familiares fallecidos de mi padre que la abuela le había entregado a mi madre, como señal de aceptación a la familia el día que se casaron. (¡Vaya regalo!, dijo tiempo después mi madre).

Las observé con curiosidad y con respeto deslizarse entre mis dedos, esos cuerpos marchitos colocados en distintas posiciones, con sus rostros pálidos y ojerosos que parecían decir algo que no tuve la capacidad de interpretar. 

Luego los vi arder en una hoguera improvisada, (a escondidas de mi padre). Mi madre no pudo tolerar que su pequeña hija cargara con un trauma como el de ella al recibir tan macabro presente. 

Aún hoy; y después de tantos años, sigo conservando en mi memoria el recuerdo de aquellos cuerpos inertes desprendidos de sus almas; también conservo el desazón por no haber podido protegerlos.

Y ahí quedó el legado que me hubiese gustado conservar como herencia familiar. Me llamaban rara... quizás aún.

viernes, 20 de octubre de 2023

Solo para mujeres



— Maia, no me casaré, no quiero un matrimonio y ya no estoy en edad, ni de tener hijos, tampoco de adoptarlos, a menos que sea un hombrecito ya crecido, que se atienda solo, se mantenga solo; y que no dependa en absoluto de mí como su madre, solo así adoptaría
— De hacerlo ¿en que edad te gustaría que ronde, el hombrecito?
— Pues mira, remilgosa no soy, diría que de los treinta pa'rriba
— Jaja, lo quieres ya aprendidito
— Por supuesto, eso no se consideraría incesto, ¿no?
— Ay, Sara, oye, ¿vamos a comer?; y me cuentas cómo te sientes por la decisión que has tomado
— ¡Sii!, amiga, hay que celebrar, conozco un lugar buenísimo, me lo recomendaron, es solo para mujeres, no tiene una gran variedad en el menú de comidas pero sí en bebidas; y Maia, no es vegano, así que, vete preparando

Al ver su mirada brillante no pude evitar sentir un escalofrío, sobre todo después que susurró en mi oído "carne de primera". Por sus antecedentes en conducción preferí manejar yo, prácticamente cruzamos la ciudad de un extremo al otro, me indicó que me estacionara en una tienda de lencería, entramos y me distraje con unas prendas de encaje rojo.

— Maia, es por acá; y me señaló una puerta lateral que se confundía con el tapiz de la pared, entramos a un corredor y llegamos a unas escaleras, descendimos; y ahí, frente a nosotros un aviso que indicaba que estaba prohibido sacar el móvil. Después del cartel había una puerta roja que te adentraba en un restaurante íntimo y acogedor, pero improvisado. Cada mesero cubrían solo dos mesas, "demasiado personal", pensé. Al traernos la carta mi atención fue a parar en unas letras diminutas que estaban perdidas entre tanto, Sara interrumpió mi intento por leer en qué consistía ese platillo.

— Amiga, sería tu mejor elección, "El especial" es espectacular
— No sé, me siento inmensamente vieja, no logro ver los ingredientes, ¿es carne?
— Maia, déjate de cosas y pídelo

El mesero se acercó y le pedí "El especial"
— Disculpe, ¿qué?
— Este pequeñito de aquí; y le señalé con el índice el diminuto espacio
— Pero, ¿qué lleva el especial?
— Pues si no sabe usted...
— Sí, por supuesto, me refería a si tiene algunas indicaciones específicas
Para ese momento mi cabeza estaba trabajando a marchas forzadas y había enlazado todo; y ante tanto mesero guapo y jovencito me di por enterada, -o eso creía-.
— Solo tráigame agua embotellada, por favor; y que esté fría
— ¡No, no, no, no!, tráigale el especial, por cierto, no le gustan los pollitos, se apresuró a decir, Sara, sonreí nerviosa. — Anda, disfrutemos juntas

Minutos después apagaron las luces; y frente a nuestra mesa aparecieron tres hombres maduros, vestían camiseta y pantalón negro, destacaba en su brazo izquierdo un lacito rosa, en apoyo a este tema tan delicado que busca crear conciencia, después del bellísimo baile sensual  nos acompañaron a comer y el consumo se destinaría a esta causa.

Pedí una tabla de quesos y jamones acompañada de un Pinot Noir, cerca de diez años siendo vegana no te deja margen para salirte de la línea; y cuando lo haces, las consecuencias se hacen notar, ha valido la pena al darme cuenta del compromiso de los hombres para un tema tan delicado que ataca a las mujeres.

Brindemos por los bellísimos hombres que se comprometen en situaciones que atacan directamente la salud de las mujeres.

lunes, 16 de octubre de 2023

"Un tonto ilustrado es más tonto que un tonto ignorante", lo dijo Molière

🎼 🎶



— Maia ¿Cuántos ex se consideran demasiados colocándonos en el umbral de la promiscuidad?, aunque eso depende a quién le preguntes, claro, en el supuesto de querer preguntar. ¿En qué nivel parar para que la pareja en turno no se sienta agraviado de tu pasado?. A algunas personas les da por hace una lista de parejas en algún momento de la vida y antes de tirar la agenda; y creo que soy una de ellas.

— Sara, ¿a quién le importa?, haz lo que quieras con tu cuerpo y con tu vida, bastante nos ha costado tener ese granito de libertad
— Pero, amiga
— ¿Sarita, consideras necesario hacer un recuento?
— ¡Sí!, eso creo
— ¿Y podrás recordar a todos?
— ¡Por supuesto!, solo he tenido a ratos un ex, Sergio, en tres ocasiones rompimos pero luego volvimos a retomar donde lo habíamos dejado, ¿o fueron cinco?No cuentan como ex los casuales, ¿no?
— Sara... diría que sí
— Diría que no, no han sido mis ex, solo fueron ratos de diversión y uso mutuo, bien aprovechados, debo decir
— Ay, Sara; ¿y recuerdas a todos los ratos de diversión y uso mutuo?
— ¡Hasta crees!, claro que no. ¿Y tú?
— No lo sé, diría que tres
— ¿Tres?, ay amiga, esos son muchos ex, aunque el primero no debió ser, deberíamos borrar de la lista, el innombrable 
— Quizás, pero no permite que lo olvide
— ¿Lo has vuelto a ver?
— ¡Sí!, lo siguen teniendo como parte de la familia; y hubo un evento este sábado al que me fue imposible negarme, al llegar tuve una sensación extraña, se mostró cercano; y tanto que llegó a incomodarme su atención, parecía otro, quizás su madre tenía razón cuando dijo que aguantara los palos, que los hombres con los años se van calmando, no lo sé, pero no estoy interesada en averiguarlo
— No puedes creerle amiga, los hombre no cambian; y menos él
— No le creo, solo me extrañó su afecto, fuimos a comer, intenté ignorarlo poniéndome al día con los sucesos familiares, había pedido una cerveza que parecía ser la copa infinita, nunca se vaciaba, tan centrada estaba en la conversación que no me di cuenta que él seguía llenando mi copa al tiempo que invadía mi espacio personal
— ¡NO!, no permitas que entré de nuevo en tu vida
— Me sentía mareada, bajé la guardia y no me di cuenta que había rebasado mi límite de tolerancia al alcohol, creyó que estaba cediendo, que ya me tenía dispuesta y que no me negaría, hasta me invitó a su casa creyéndose más inteligente
— ¡Maldito!; ¿y qué hiciste?
— Pedí maní salado y me recuperé en minutos 

Por cierto, te preparé brownies de triple chocolate

viernes, 13 de octubre de 2023

Similitud

🎼 🎶

En incontables ocasiones, mi madre, dentro de su delirio hablaba de mi hermano pequeño (no tan pequeño), posiblemente en algún momento eso originó ciertos celos, no lo tengo presente, la disculpa era que, por ser el menor; ¡y siempre sería el menor!, tenía ese pedestal privilegiado de apego materno.

Casi al final de su vida ella dijo algo que me descolocó. — Maia, cuida de Jesús, no lo dejes solo, ve que llegue a casa y no se pierda en la oscuridad — Sí, mami; yo te lo cuido...

Estando en el hospital; y con todo listo para la cirugía de Marce, cuando la anestesia recorría su cuerpo, me dijo algo parecido. — Maia, cuida de Marcos, no lo dejes que se hunda en la oscuridad...

Me desconcertó la similitud de ambos pensamientos en una brecha generacional abundante, ¿por qué pensar en Marcos cuando su bebé corría el mismo riesgo que ella?; y entonces lo entendí... Marce, al igual que mi madre conocía muy bien las vulnerabilidades de la persona que está a su lado y la preocupación era inevitable. 

Yo misma en un juego/dinámica en la que participamos, Marce, Sara y yo, me preguntaron a quién salvarías de tus amigas si solo una pudiera ser rescatada, sin dudarlo escogí a Sara, ante la sorpresa de Sara, no así de Marce, cuando Sara me preguntó por qué; y a punto de responderle Marce intervino. Porque sabe que de una u otra forma yo me salvaría, Sara. En ese momento Sara no supo si alegrarse u ofenderse, en el fondo eso no importaba.

Porque nuestra naturaleza es proteger a unos más que a otros, o quizás un sentimiento un poco más egoísta; protegernos del dolor evitando que algo suceda a quienes amamos.

viernes, 6 de octubre de 2023

Después de la introducción

🎼 🎶

Cuando me decidí a retomar en los blogs fue después de pensarlo incontables veces, seis u ocho años son muchos años alejada, analicé empezar de cero o continuar donde lo dejé, pros y contras. ¿Qué pretendía?, ¿contar mi historia o buscar un punto y aparte y partir de ahí?

Las cosas se sucedieron; y los planes que había hecho, la estructura, el nombre, que en un inicio sería, "Monólogos de una chica mala"(que por ahí quedó); y todo a la cual dediqué horas, días, semanas, se fue al botadero; y poco a poco el blog empezó a tomar forma, me decidí por el total anonimato; y así había sido, pero una noche cualquiera, en una de las acostumbradas reuniones que hacemos los miércoles en mi casa (que es la de ustedes); y con la total confianza dejé el móvil en la mesita de arrimo y me acerqué a la cajonera de pijamas, de las mías (hay cajoneras de pijamas mías y de visitas, aunque Marce y Sara no siempre respetan los espacios), al regresar con las chicas, las vi muy entretenidas con mi móvil.

Me acerqué desconcertada, sonrieron amablemente e hicieron espacio entre ellas y con unas pequeñas palmaditas al sofá (ahora negro) me invitaron a sentarme entremedio; yo seguía sin dar crédito a lo que estaba viendo; y después de un silencio incómodo fue Marce la que me soltó la noticia...

— Amiga, te llegó una notificación, ¿por qué no nos habías dicho que tienes un blog?
— Quizás porque no quería compartirlo, Marce. Al ver sus caritas de decepción me apuré a decir — No en ese momento

— Pero Maia, sabes que nosotras te apoyamos, ¿lo sabes?
— Lo sé, Sara, pero, ni siquiera sé si lo voy a mantener activo

— A ver, Maia, no te faltarán anécdotas, ¿por qué dudas?
— No, Marce, no es eso, aunque en algún momento quizás se terminen

— Para eso estamos las amigas, ¿no?

Y partiendo de esa charla es que salió la autorización para incluir a Marce y Sara en la ecuación. Este miércoles nos hemos reunido (Marce por videollamada); y me han pedido contarles algo en lo que ellas no están incluidas.

Mi primer beso

No recuerdo su rostro, estoy segura que no lo reconocería si volviera a verlo, pero sé que él sí lo haría, ¡Estás igualita!, siempre me dicen; y voy a casa y busco en los álbumes de fotos y me pregunto, ¿de dónde?, no lo sé, es una interrogante que para mí no tendrá respuesta.

Estaría entre los catorce o quince años, teníamos mucho tiempo de conocernos; y yo intuía que le gustaba pero él no terminaba de convencerme, tampoco mi edad, pero mi madre siempre me decía, ¡Necesitas conocer a alguien o te pondrás vieja!, es cuando me preguntaba si los hombres eran el elixir de la eterna juventud, porque de otra forma no entendía el perpetuo comentario de mi madre; y cómo un hombre me mantendría joven, o por qué a esa edad tendría que preocuparme por la vejez.

Y una tarde que fui a la papelería a unas cuadras de casa me crucé con él (agradezco que no lea el blog porque me sentiría fatal que se entere que no recuerdo su nombre), vestía una camisa holgada, en color blanco y pantalón negro, entallado, su cabello ondulado y negro, de tez blanca, casi tanto como yo- Recuerdo que la camisa la traía abierta de tres o cuatro botones, eso casi le llegaba al ombligo (no me convencía), pero me gustaba su trato.

Me acompañó de regreso a casa; y después de esa tarde continuamos viéndonos varios meses, luego una tarde cualquiera... un camino recorrido hasta mi boca; y un beso aprisionado y húmedo, ¡eso fue incómodo!; y toda esa magia alrededor de las mariposas en el estómago, el beso apasionado, el no recordar tu nombre y quedar prendada de él; y el imaginarme casada y con hijos más que venir a mis pensamientos, todo se volvió ceniza.

Recuerdo su olor, su sabor y me resultaba desagradable, años después descubrí a qué se debía... tabaco, el chico del beso era adicto a masticar tabaco, aparte de eso, él no era mi persona.

Ese fue el inicio y el final de dar zancadas por pasos; y de decir sí, cuando quiero decir ¡NO!. Y no negaré que los besos que vinieron después, muchos me han quitado el aliento...

Hoy barra libre 24/7

miércoles, 4 de octubre de 2023

JM

— ¿Fue suficiente, Maia?
No esperó que hubiera una respuesta, continuó como en una reflexión en tono alto, ¿acaso un monólogo?, — ¿cuánto tiempo más piensas dedicarle?, hice una señal al mesero, levanté un poco el vaso y lo moví en péndulo con suavidad, él llegó de inmediato con un whisky en las rocas, el cual agradecí con una ligera sonrisa, lo moví  ligeramente, el sonido de los hielos chocando entre sí me dejaba una sensación agradable — No permitas que manipule tu vida, Maia, no vuelvas a ese bucle de toxicidad del que no podías salir; ya han pasado ¿qué, doce años?, eres más que eso, querida amiga

—No lo haré, es solo que, aquel fue mi peor pesadilla, por eso cuando conocí a Manolo fue un soplo distinto a lo que había vivido; y no es que esté considerado su propuesta de volver, es solo que sigo sin comprender qué pasa por su  cabeza, Sara. 

— Son hombres, Maia, ¿Qué otra explicación necesitas?, agrégale que aquel es bastante machista y carece de empatía, céntrate en, ¿Cómo dices que se llama?.

— JM

— Sí, es cierto JM; ¿Y dónde dices que lo conociste?

— Amistades en común 

— Pues ahí lo tienes, solo no cierres los ojos, recuerda que acostumbran darnos sorpresitas... Se interrumpió y se quedó pensando, algo le preocupaba y estaba a punto de soltarlo — ... y Maia... 

Hubo un silencio incómodo, Sara estaba buscando las palabras para hablarme de lo que parecía inquietarla. La conozco tan bien que no eran necesarias, la interrumpí de inmediato, intuía lo que me diría.

— No lo digas, Sarita, esa no eres tú. 
Se encogió de hombros, hizo una mueca con los labios y lo soltó a bocajarro

— He decidido complacer a Sergio. Me casaré este invierno; y Maia, quiero que seas mi testigo...