No tenía claro lo que sucedería al llegar al centro de cuidado para adultos mayores, solo sé que el haberme reunido con un abogado y explicándole la situación con mis hermanos, me dejó claro que esa no era su rama pero aún así me ayudaría. Ahora vamos un paso adelante porque ha logrado que autoricen una visita supervisada, cuando le pregunté por qué sería supervisada me respondió que fue la condición que ha puesto mi hermana, que es la responsable de mi madre.
Hoy precisamente, conforme se acorta la distancia para llegar hasta ella, me he propuesto dejar de lado todos los conflictos y pasar una tarde agradable. Le llevo sus golosinas, jugos y galletitas favoritas, Marcela me acompaña e intenta con sus comentarios ocurrentes bajar un poco la tensión que en estos días he ido acumulando.
El lugar no es lo que pudiera haber imaginado, sí, es un lugar limpio, espacioso, minimalista, actualmente hay cinco mujeres y un hombre, el hombre lo pasa en su habitación, dicen que se siente abrumado porque está rodeado de damas, no lo conocí, pero lo escuché indeciso por salir o no salir.
Al ver a mi madre el resto de las personas desapareció, incluida Marcela, nos sentamos en la estancia y me dediqué a escucharla, a seguir la dirección de la conversación hacia donde ella deseaba. Me hizo recordar cosas olvidadas y en general la vi y la sentí tranquila.
Actualmente su mente habita en dos espacios-tiempos iguales pero distintos, un pasado ya lejano dentro de otro aún más lejano. Espera la llegada de su marido que murió hace veinticinco años, olvidó a casi todos sus familiares, solo recuerda a su padre, su marido y sus hijos, de repente se desordenan sus pensamientos y por instantes se siente desconectada, para luego reconducirse.
En todo el tiempo que estuve ahí, envolvía mi rostro enternecida, repetía mi nombre constantemente; y no olvidó ninguno de los momentos que vivió conmigo.
No tiene malos recuerdos, ha creado una imagen mental de ella y su familia, los momentos que pudieron ser malos ella los ha corregido volviéndose la heroína; y celebra con alegría sus victorias.
No veo necesidad de un abogado, ni de luchas infructuosas, sus hijos quieren su dinero y ya lo han conseguido; yo solo intento su felicidad y por lo que vi, ella ya la tiene... y a mí también, porque no la soltaré.