Terminar el día con una película que abordaba las formas sencillas de buscar y encontrar, sino la felicidad, la paz en lo cotidiano.
Maia
martes, 23 de abril de 2024
Bendito entre las mujeres
Terminar el día con una película que abordaba las formas sencillas de buscar y encontrar, sino la felicidad, la paz en lo cotidiano.
miércoles, 17 de abril de 2024
Siguiendo la línea
martes, 9 de abril de 2024
Va de sustos
viernes, 5 de abril de 2024
Dichosa la rama que al tronco sale
— Te prometo, amiga que te va a encantar, la comida aquí es deliciosa, Maia, si no la has probado, no sabes de lo que te has perdido...
viernes, 29 de marzo de 2024
En días de asueto
— No, Sarita, aunque te lo agradezco
— No lo estoy, además, no lo necesito, he pedido un prospecto por Amazon; y tengo en carrito otro por Mercado libre, quizás me decida y pruebe también con Ali Express -no importa si tarda más el envío, no llevo prisa- y ya si no funciona intentaré hacerme con la aplicación de Temu y buscaré por ahí... que por pedir no falte, pero por ningún motivo estaré en una cita a ciegas, Sarita
martes, 19 de marzo de 2024
Aquella primera vez
viernes, 15 de marzo de 2024
Parecía difícil
viernes, 8 de marzo de 2024
¿Acaso un intento de reencuentro?
lunes, 4 de marzo de 2024
Los cuatro supervivientes
Busqué de dónde provenía ese olor desagradable -humedad y/o bichos-.
Empecé a mover, desechando y limpiando. Tengo -tenía- un pequeño rincón al lado del sofá negro y debajo de la ventana donde iba colocando los releibles; -y algunos que prometí leer-.
Con las contínuas lluvia que se han venido sucediendo; y las cortinas siempre cerradas, no me di cuenta que una diminuta y constante filtración fue a parar directo hacia ellos dejándolos inservibles. Sí, de ahí venía el mal olor; y de ahí surgió mi tristeza por la pérdida.
De entre poco más de cincuenta libros solo quedaron cuatro rescatables, El Quijote, El Alquimista, Once minutos y un libro de cocina -de ingredientes impronunciables- que me prometí leer y nunca lo hice. Al abrir uno de ellos me encontré una extensa y honda dedicatoria de un antiguo amigo que pretendía ser más...
Conforme leía, ahora con años de distancia entre los dos, esta segunda lectura me arrojó matrices que en su momento no se develaron, también me recordó aquella frase que él repetía constantemente "Maia, tú y yo estamos conectados, lo que tú pienses; yo lo percibo".
Sucedió una tarde de calor abrasador, K se plantó fuera de casa, me llamó y me advirtió que no se iría hasta hablar conmigo, no me creyó cuando le comenté que estaba de viaje, se sentó en la acera y se dedicó las horas siguientes a detener a todo vecino que tenía la mala fortuna de pasar cerca de él y contarle de mí; y de lo mucho que lo hacía sufrir mi falta de querer.
En cada ocasión que abrí las cámaras desde el móvil, K estaba ahí, fiel a su palabra, la situación me provocó incomodidad; y duda, ¿Qué mueve a un hombre mayor a comportarse tan inmaduro como un crío?...
Ya de noche, K metió ese libro por debajo de la puerta y desapareció, no volví a saber de él, hasta hace unos días que, de entre todos los libros que se perdieron ese fue uno de los cuatro que permanecieron intactos.
Después de diez años, la tarde del rescate del libro superviviente, K me envió un mensaje — Estoy en la ciudad, ¿Te parece si hablamos?.
Al recordar su frase, un escalofrío se dejó sentir, ¿Coincidencia?...