— ¡ Déjalo pasar, Sara !
— ¡No, Maia!, se quiere medir
— Anda, solo déjalo pasar, con un imprudente es suficiente; y Sara, no quiero terminar en el hospital
— ¡No, Maia!; yo no me dejo; y el sujeto me está probando
— ¿Y qué necesitas demostrarle?, vamos, no sigas acelerando y ya déjalo (aceleró más) ¡Demonios, Sara!
Momento despuĂ©s parecĂa que por fin habĂa entendido porque dejĂł de acelerar y empezĂł a balbucear enojada
— Si Marce estuviera aquĂ no te habrĂa permitido
— Precisamente
—No, Maia, a mà nadie me gana, hay que educarlos
—A ver, Sara, si el sujeto quiere matarse, que lo haga solo, o lejos de nosotras, asà no se hacen las cosas, ¿bien?
—Pues ya qué... de seguro se está riendo porque cree que me ganó
—¿Y quĂ© importa lo que piense o crea?, ¡olvĂdalo!.
Esa tarde le pedĂ a Sara que me acompañara a unas compras faltantes para la comida, le advertĂ que yo manejarĂa, no querĂa otra situaciĂłn como la de esta mañana. Salimos de casa y venĂa un sujeto igual que el anterior (no, si es que los hay por montones, parece que se reproducen por esporas) intentando imprudentemente rebasar por la derecha, lo dejĂ© pasar y Sara comentĂł.
—Va al mismo sitio que nosotras
— Está bien, Sara
Y asĂ fue, despuĂ©s de pasar la curva volviĂł a cerrarse y se estacionĂł en el Ăşnico lugar que habĂa
—¿Ves?, todo por dejarlo pasar
— Sara, lo sé, me di cuenta
El hombre se bajĂł triunfal, Sara estaba haciendo gestitos y con la sangre a punto de ebulliciĂłn. Me estacionĂ© pegadita a su auto, habĂa otro adelante al que Ă©l se le habĂa acercado mucho y le serĂa imposible moverse si alguno de los dos previamente no lo hacĂa.
— Maia, te pueden infraccionar
— ÂżPor quĂ©?, nada obstruye; y si fuera el caso, ÂżNo la pagarĂas con gusto, solo por darle una lecciĂłn al sujeto?
— No, pues sĂ, esa y otras más bien valen la pena
Nos tomamos el tiempo para hacer las compras; y pedà un café, ambas lo pedimos
—Disculpen, señoritas ÂżSerĂa tan amable de dejarme sacar mi auto?. Al vernos nos reconociĂł — Lamento el cerrĂłn de hace rato, no volverá a suceder
— Los cerrones se adelantó a decir Sara
—No hay problema
—Es que, el auto que está delante, el dueño está durmiendo, su esposa no quiso despertarlo
—Aun no terminamos, señor
—Yo espero y nuevamente les ofrezco una disculpa.
Volvimos a centrarnos en la charla que estábamos teniendo, media hora despuĂ©s salimos del local, el hombre aĂşn seguĂa encajonado
—Tienes que ver siempre más allá, Sarita, que no te ciegue el temperamento.
EncendĂ el auto y cuando iba a hacerme para atrás para poder salir venĂa un bus y volvĂ a colocarme pegaditan al auto del tipo.
El chofer tuvo que hacer muchos movimientos para entrar en esa curva tan estrecha sin chocar mi coche, el chofer volteĂł e inclinĂł un poco su cabeza, le sonrĂe inocente.
—Siento los inconvenientes, caballero, no tuve opción
El chofer inclinĂł la cabeza; y me correspondiĂł con una amplia sonrisa, acunĂł sus ojitos de forma coqueta, luego se detuvo en paralelo con el auto del sujeto maleducado y empezĂł a discutir con Ă©l, este a su vez le respondiĂł; y siguieron manoteando desde sus respectivos vehiculos. Voltee con Sara con carita de inocente...
— ¡No me jodas, Maia!, ¿Cómo haces eso?
—No pierdo la calma, Sara, la testosterona siempre está en ebullición, mira, ellos solitos se enfrentan
— Maia, eres una...