sábado, 30 de septiembre de 2023

Sutil


— ¡ Déjalo pasar, Sara ! 
— ¡No, Maia!, se quiere medir 
— Anda, solo déjalo pasar, con un imprudente es suficiente; y Sara, no quiero terminar en el hospital 
—  ¡No, Maia!; yo no me dejo; y el sujeto me está probando 
— ¿Y qué necesitas demostrarle?, vamos, no sigas acelerando y ya déjalo (aceleró más) ¡Demonios, Sara! 
Momento después parecía que por fin había entendido porque dejó de acelerar y empezó a balbucear enojada 

— Si Marce estuviera aquí no te habría permitido 
— Precisamente 
 —No, Maia, a mí nadie me gana, hay que educarlos 
—A ver, Sara, si el sujeto quiere matarse, que lo haga solo, o lejos de nosotras, así no se hacen las cosas, ¿bien? 
—Pues ya qué... de seguro se está riendo porque cree que me ganó 
—¿Y qué importa lo que piense o crea?, ¡olvídalo!. 

Esa tarde le pedí  a Sara que me acompañara a unas compras faltantes para la comida, le advertí que yo manejaría, no quería otra situación como la de esta mañana. Salimos de casa y venía un sujeto igual que el anterior (no, si es que los hay por montones, parece que se reproducen por esporas) intentando imprudentemente rebasar por la derecha, lo dejé pasar y Sara comentó.

—Va al mismo sitio que nosotras
— Está bien, Sara

Y así fue, después de pasar la curva volvió a cerrarse y se estacionó en el único lugar que había 

—¿Ves?, todo por dejarlo pasar 
— Sara, lo sé, me di cuenta

El hombre se bajó triunfal, Sara estaba haciendo  gestitos y con la sangre a punto de ebullición. Me estacioné pegadita a su auto, había otro adelante al que él se le había acercado mucho y le sería imposible moverse si alguno de los dos previamente no lo hacía. 

 — Maia, te pueden infraccionar 
— ¿Por qué?, nada obstruye; y si fuera el caso, ¿No la pagarías con gusto, solo por darle una lección al sujeto?
— No, pues sí, esa y otras más bien valen la pena 

Nos tomamos el tiempo para hacer las compras; y pedí un café, ambas lo pedimos 

—Disculpen, señoritas ¿Sería tan amable de dejarme sacar mi auto?. Al vernos nos reconoció — Lamento el cerrón de hace rato, no volverá a suceder 
— Los cerrones se adelantó a decir Sara
—No hay problema 
—Es que, el auto que está delante, el dueño está durmiendo, su esposa no quiso despertarlo 
—Aun no terminamos, señor 
—Yo espero y nuevamente les ofrezco una disculpa.

Volvimos a centrarnos en la charla que estábamos teniendo, media hora después salimos del local, el hombre aún seguía encajonado 

—Tienes que ver siempre más allá, Sarita, que no te ciegue el temperamento. 

Encendí el auto y cuando iba a hacerme para atrás para poder salir venía un bus y volví a colocarme pegaditan al auto del tipo. 

El chofer tuvo que hacer muchos movimientos para entrar en esa curva tan estrecha sin chocar mi coche, el chofer volteó e inclinó  un poco su cabeza, le sonríe inocente.

—Siento los inconvenientes, caballero, no tuve opción 

El chofer inclinó la cabeza; y me correspondió con una amplia sonrisa, acunó sus ojitos de forma coqueta, luego se detuvo en paralelo con el auto del sujeto maleducado y empezó a discutir con él, este a su vez le respondió; y siguieron manoteando desde sus respectivos vehiculos. Voltee con Sara con carita de inocente...

— ¡No me jodas, Maia!, ¿Cómo haces eso? 
—No pierdo la calma, Sara, la testosterona siempre está en ebullición, mira, ellos solitos se enfrentan
— Maia, eres una...

24 comentarios:

  1. sabía que a algunos les cuesta mucho dejar la adolescencia atrás, pero no sabía cuánto.

    aquello de intentar rebasar por la derecha no lo he visto ni en mi subdesarrollado país. ¡uf! jaja.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Aquí se da mucho desde que el macho se siente amenazado en su virilidad por aquello del empoderamiento y todo lo que no es capaz de digerir; y le sale todo ese cargamento extra de testosteorna.

      Borrar
  2. Cuando un hombre conduce un auto, sus niveles de testosterona (ya de por sí elevados) se multiplican por dos :)
    Un abrazo, Maia.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Eso es una buena explicación, diego. Otro para ti.

      Borrar
  3. He ido en coche de copiloto siempre. Los que adelantan así me han aparecido de vez en cuando. Son casi tan inevitables como una indisgetión o una gripe. Peor porque no puedes prevenirlos ni dependen de ti. Me pregunto lo mal o bien que les irá en la vida.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Algunas veces se dan a notar desde antes de hacerlo, Sergio; y ya te preparas para recibirlos. No lo sé, pero algo no está bien.

      Borrar
  4. Siempre me he preguntado las razones o sinrazones que tienen algunos para conducir al límite y, sobrepasar la línea de la prudencia y de las normas establecidas. La respuesta es la misma: necedad e inmadurez.
    Abrazos

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Es una buena respuesta, Tatiana, nada soy capaz de agregar porque sigo sin entenderlo. Otro para ti.

      Borrar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  6. Siempre se dice que hay que manejar a la defensiva, pero algunos conducen a la ofensiva y pareciera que Sara también tiene algo de eso, me hizo gracia eso de "hay que educarlos". Sara es un volcán, estás por allí leyendo? La canción muy graciosa.

    Besos dulces para ambas y dulce mes también.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sarita también es un poco imprudente cuando está detrás del volante. La canción me gustó. Otro para ti.

      Borrar
  7. Cuidado; nunca sabes qué grado de locura tiene el conductor ajeno...

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias, Cabrónidas, lo tendré en cuenta.

      Borrar
  8. Puedo considerar que son aventuras lo que tú haces en compañía de Sara, pero son divertidísimas, Maia. Eres genial. me he reído con ganas.
    Fuerte abrazo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sí, bueno, juntas somos un poquito locas. Me gusta que rías, Enrique. Abrazo fuerte.

      Borrar
  9. El arte de saber dominarse no es para cualquiera.

    Saludos,
    J.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Por supuesto, J, vuelve a las personas un riesgo. Saludos

      Borrar
  10. La testosterona pierde a los machos que quiere (se quieren) perder.

    Lo he visto toda mi vida. También te diré que más de una vez he detenido el deslizamiento en violencia de la hormona desatada en otros individuos. Hay que ver en ella el lado de la virtud biológica y no siempre su deriva agresiva. Pero eso lo tiene que decidir cada hombre, ¿no crees?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ya lo creo, Fackel, porque esa misma testosterona bien encaminada puede ser muy atractiva.
      Ya lo creo; y me place darme cuenta que muchos lo hacen.

      Borrar
  11. Hola, Maia.
    Te comenté en la entrada anterior, que la historia parecía una road movie.
    Esta entrada me confirma esa idea. Lo que contás ahora parece un episodio más de la misma película.
    Y también que ustedes serían interpretadas por Julieta Diaz y Carla Peterson.
    Besos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias, Demiurgo; ya te he respondido y nuevamente te agradezco. Con Marce y Sara a veces las cosas se salen de control pero nos divertimos y nos cuidamos, también de no dañar a otras personas. Besos

      Borrar
  12. La testosterona lo acaba fastidiando todo.
    Besos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. No siempre, pero sí, TORO . Otro para ti

      Borrar

Susúrrame al oído, que mi corazón te escucha