Si está nublado o lloviendo, no puedo dejar pasar la oportunidad de encender el horno y cocinar unos deliciosos scones, estos pequeños panecillos dulces o salados que hacía mi madre en días de lluvia. En realidad ella los elaboraba dulces, no entendía que alguien pudiera cometer el sacrilegio de volverlos salados.
Cuando le di a probar mis scones veganos -sin aclararlo-; y después de mencionar la típica frase de madres y abuelas "Ya puedes casarte", también comentó, "Éstos son los placeres de la vida de los que te privas por tus ideas retorcidas, imposible que estos panecillos puedan volverse veganos". Al ver la plenitud en su rostro al comerlos, desistí de hacer esa pequeña e importante aclaración, ¿tenía sentido?, definitivamente no, solo me dediqué a verla disfrutar los scones veganos en pequeños bocados que la remontaban a algún lugar lejano y feliz.
Hoy no está nublado, tampoco es día de lluvia, solo es un día más, en el que hace tanto frío afuera, que las ventanas se empañan por el contraste en la temperatura; y justo hoy me han dado el alta -a Gurrumino también-; y me han soltado esas tres palabras que me regresaron el alma a donde sea que anide, "Ya no contagias".
¡Acompáñanos!, Gurrumino y yo estamos felices de abrirte nuevamente las puertas de nuestro hogar.
Té, Café, Scones y lo que apetezcas, mantitas en el sofá y un listado de películas para disfrutar.