Su mensaje decía que pasaría antes de las 23 hrs., que vistiera cómoda y simple porque me llevaría a un lugar desconocido para mí.
— ¡Vamos, Maia!, no queremos perdernos la diversión
— ¿A dónde vamos, Saraí?
Ella sonrió, cincuenta kilómetros después entramos a la parte oculta de la ciudad.
— Esto no lo conocía
— ¡Te lo dije!
Era intimidante estar allí, mientras el otro extremo se preparaba para dormir, en ese lado de la ciudad era todo bullicio y movimiento.
— ¿Qué quieres hacer, Maia?
— No lo sé, que decida tu experiencia, pero oye, ¿es seguro aquí?
— Solo hay que cuidarse, amiga, tranquila, vienes conmigo
El mercadillo era un tiradito de todo, atendido en su totalidad por hombres rudos de rostro alargado que te miraban fijamente. Empezamos el recorrido de los primeros 150 metros de ropa femenina, área de faldas, área de vestidos, área de blusas; y así, todo bien organizado.
El lugar era brillante por toda la luz que recorría esa larga fila de puestos, los toldos y paredes superpuestas se unían entre sí formando un único techo que no dejaba entrar las sombras nocturnas, solo podías distinguirlas en el cruce de calles, la oscuridad formaba siluetas extrañas.
— ¿Es ropa usada, Saraí?
— No, amiga; ya no le llamamos así, es ropa de segunda oportunidad, vamos, tienes que comprar algo
— Estoy bien, gracias
— No me digas que eres como mamá que no le gusta la ropa de segunda oportunidad
— No lo sé, no había pensado en eso, pero anda; yo te espero viendo por aquí
No quería hacerla sentir mal pero no tocaba nada por temor que se me activará la atopia porque no traía gel o algún producto con alcohol que minara sus efectos.
Continuamos el recorrido y doblando la esquina estaba la sección de caballeros, pequeña, no más de 50 metros, luego electrónica, comida, jabones artesanales, perfumes, esencias y tanto, que dos horas después aquello era abrumador e interminable. Agotada y con un punzante dolor de cabeza solo pensaba en la oscuridad y el largo regreso hasta el auto, era muy noche y si, estaba asustada.
Después de un rato, Saraí señaló al fondo un pequeño y aromático local de velas, incienso, lectura de cartas, tarot y cosas esotéricas, el único lugar atendido por dos mujeres y un hombre.
— Ven, Maia, quiero una limpia y te hice cita también a ti
— Ya es tarde, Saraí, empieza tú y según el tiempo vemos, o lo dejamos para otro momento, ve, por aquí te espero
— Tienes razón, siempre que vengo aquí se me pasa el tiempo sin darme cuenta, pero no te alejes que es peligroso
Revisé el móvil y pasaban de las cuatro, media hora después, Saraí salió del pequeño cubículo con una amplia sonrisa y cargada con varias bolsas de cosas; y seguida del chamán. Él me miró y me hizo una indicación que lo siguiera, negué el acceso y se acercó.
— ¡Tienes dolor en la muñeca izquierda!
— No, estoy bien
— ¡Que extraño!, percibo tu sufrimiento -me encogí de hombros-
Nos despedimos y prometí volver -crucé los dedos en la espalda para no tener que hacerlo-. Caminamos de regreso y justo a las cinco se escucharon ruidos de cosas, metales, golpes, objetos cayendo, telas ondeando y un montón de sonidos que me pusieron en alerta.
— Estás temblando, tranquila, Maia, se están retirando
Me envolví en el brazo de, Saraí y continuamos, -momentos así te hacer ver lo asustadiza que eres-, minutos después una voz se acercó abriéndose pasó, Saraí me jaló con fuerza del brazo izquierdo colocándome en el otro extremo al tiempo que un metal con punta pasó a milímetros de nuestros rostros.
Ver a todos esos hombres moverse con rapidez y al descuido me asustó, estar ahí, en ese momento, fue imprudente y aterrador. En breve tiempo estábamos en medio de la nada, totalmente solas y rodeadas de oscuridad
Encendimos las linternas de los móviles y llegamos al auto; ya en el interior, se dejó sentir un dolor en la muñeca izquierda, los siguientes minutos continuó hacia arriba y parte de la mano haciéndose insoportable. Nos detuvimos en urgencias, poco después volví porque una mala colocación de yeso hizo que entrara en cirugía; y ahora tengo una especie de tablillas envueltas en vendas y encima esta férula que me acompañará algunas semanas.
— Maia, el chamán lo dijo, te dijo que te dolía la muñeca izquierda, fue una premonición, ¡tenemos que volver!...
¡Acompáñame!
Limonada, Té, Café o lo que apetezcas en la mesita de arrimo; y Shrek en la televisión -la regresaré tantas veces sea necesario si no la has visto-, ¿Sabías que hay como tres películas de este ogro?; yo no tenía idea, primera vez en mi lista.
Yo creo que fue el chamán el que te lanzó ese metal con punta. Hoy se permite cualquier técnica con tal de aumentar la clientela :)
ResponderBorrarUn abrazo, Maia.
Ja, quizás tengas razón, Diego
BorrarOtro para ti.
Pobre! últimamente no sales de urgencias , a ver si esta es la última avería. A mí tampoco me gustan ese tipo de aventuras , ni lugares , me sentiría igual de intimidada q tú ¿No conocías Shrek? con el burro y la adorable Fiona , no son 3, creo q hay hasta 5 películas de ellos ..ok, pues sí , por favor, un té verde como siempre y me acurruco a tu lado un ratito a ver Shrek contigo : )
ResponderBorrarUn beso y un..." sana sanita " MAIA
Todo está
ResponderBorraren la mente,
si te lo crees
o no , y si
el acertó,
sería casual,
un café cargado.
dejáme decirte, cosa guapa que tenés que cargar la batería porque hay más películas
ResponderBorrarShrek (2001)
Shrek 2 (2004)
Shrek: ídolo de muy, muy lejano (2004)
Shrek tercero (2007)
Shrek ogrorisa la Navidad (2007)
Shrek para siempre (2010)
Shrek: asústame si puedes (2010)
La Shrektacular Navidad de Burro (2010)
Shrek y el cuento de los Tres Cochinitos (2011)
y otra que se estrenará a finales de este año, Shrek 5
cuando tú cuerpo te advierte peligro hacele caso, y más cuando estás en compañía de tu amiga sarai.
ismael