En ocasiones llegan a la clínica chicas de corta edad acompañadas -generalmente- de sus amigas, rara vez de sus madres, esto sucede cuando el área a tratar es la zona íntima, de hecho, hay una silla rinconera colocada para la comodidad de esos momentos.
La situación cambia cuando es un hombre adulto -y su madre- el que acude a solicitar el servicio, el ambiente se torna enrarecido cuando él se expresa esperando el consentimiento/aprobación de su madre. Las recepcionistas, incómodas ante estas situaciones dejan el trabajo a medias y hay que resolverlo cuando llegan a sesión.
— ¿Le puedo ayudar?
— No lo sé, ¿madre, nos puede ayudar?
— Señorita, no se ofenda, preferimos que nos atienda un hombre
— No me ofendo pero en esta clínica no encontrará hombres -ambos se miran indecisos- él rompe el silencio
— ¿Cuántas sesiones necesito para eliminar todo de allá?
— ¿De dónde?
— Pues de abajito
— ¿las piernas?
— No señorita, de enmedio
— ¿Abdomen? -voltea a ver a su madre en el momento que dice algo ininteligible-, muevo las manos en señal de desconcierto
— Su lado viril, señorita. La madre se levanta y se dirige a mí; y sí, lo reconozco, son esos momentos en que -por un instante- desde alguna parte interna algo te pone alerta
— Tome asiento, señora. La señora vuelve a su lugar y se sienta apenas tocando la punta del asiento, preparada para saltar a mi yugular si alguna pregunta no le pareciera.
Solucionados los detalles y en camino a la cabina creí que la señora pasaría con nosotros, estaba segura que entraría a cuidar de su hijo... me equivoqué, ella se queda en la salita de espera.
— Jonas, tiene que descubrirse y poner su pierna derecha en cuatro -le daba indicaciones y él seguía con la toalla anudada en su mano-, ¿me ha comprendido? -asintió pero seguía sujetando la toalla-, al no avanzar, le sugerí una solución, también podemos reagendar si no se siente preparado, el paquete no expira, -su mano empezó a ceder, al tenerlo en posición no pude evitar sorprenderme, al descubrirse, el hombre se había ruborizado y no solo de las mejillas, todo su vuerpo estaba encendido-. Bien, Jonas, vamos a tardar un poco más, pero todo está bien.
Y entendí que, así como las mujeres y el busto, o su cuerpo en general, los hombres también pueden tener vulnerable su autoestima por la medida de su miembro o lo demás, sea que alcancen los doce centímetros o -como en este caso- casi llegue a los treinta.
Y no, no saqué la métrica, el cabezal tiene cierta medida y es imposible -en situaciones así- no hacer cuentas...
Té, café, o lo que apetezcas
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Te acompaño encantada , aunq sinceramente, mi querida Maia, hay trabajos q no me dan ninguna envidia ; ) Eso sí, doy fe de algo , no sé cuál es el motivo, pero en vuestro trabajo creáis un ambiente taaan sumamente agradable q aunq te vayan a descuartizar en cachitos, te dejas encantada y hasta parece q no duele, ya os podían copiar los dentistas ; ) Un poco de pena sí q da este pobre, más q nada por la sargento d madre q le ha tocado; ) Un besito, tú té como siempre... Delicioso !
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BorrarJa
Temple de acero en mirada afable, María.
Una amiga me dio un consejo hace mucho tiempo, "Crea una atmósfera de confianza, sé amable y firme, guíalos sin que lo noten"; y aquí estamos siguiendo su consejo.
Sí, la madre a veces no sabe desprenderse.
Té para ambas, María
Me estoy riendo, no se si tiene más vergüenza de ti o de su madre, menos mal que sois geniales y no pasa nada y en cuanto dais confianza todo es mas sencillo, pero yo me sigo riendo. Abrazos
ResponderBorrarYo creo que de la madre, porque al poco se fue relajando.
BorrarOtro para ti, Ester
La aparente generosidad de la naturaleza no siempre es tal, ya que aunque el mito diga que 30 cms es generosidad natural y por ende un atractivo más, luego se vuelve un problema, comenzando por los pudores. Para mí un te ...
ResponderBorrarBesos dulces Maia y dulce semana en todas sus medidas :)
No sé si se vuelva problema pero sí me crea muchos interrogantes.
BorrarTé para ambos, DUICE
Otro para ti, buena semana
jeje, cosa guapa, tenés el toque para desviar la atención de lo mundano para enfocarnos a lo que pensas
ResponderBorrariamael
Es que aquí no hay morbo, Israel, solo el planteamiento de una situación más, como cualquiera.
BorrarEstoy aun pensando de qué exactamente estas hablando...
ResponderBorrarJa
BorrarAdorable...
Ese hombre debió de agradecer tu comprensión, que hayas hecho sentir que no había motivos para que sintiera vergüenza.
ResponderBorrarCreo que voy a tomar un té.
Besos..
Espero que se sintiera cómodo porque tiene nueve sesiones por delante.
BorrarTé para ambos, Demiurgo
Otro para ti.
un hombre adulto debe asumir las cosas con madurez e ir al punto para, sobre todo, no hacer perder el tiempo al profesional de la salud.
ResponderBorrary mucho menos ir con su mamá. es mas, ella debería ser la última persona en enterarse, a menos que esté íntimamente involucrada y tenga que saber sí o sí el diagnóstico.
un café, por favor.
Es una clínica estética, DRACO, depilación láser y otras cosas que no son mi área
BorrarPero a cierta edad la madre debería ceder el paso y dejar que su hijo avance.
Café para ambos, DRACO
Hay madres que tienen bebés de 50 años...
ResponderBorrarDebe ser todo un castigo tener una dotación de treinta centímetros. Ahora bien, si es de doce y tiene complejo, siempre estará el Jes Extender. Lo de la madre no tiene remedio; sugiero el envenenamiento.
ResponderBorrarUnos por mucho, otros por poco, la vergüenza es la misma, cuesta desinhibirse ante... una madre sargento. ;)
ResponderBorrarDa igual lo que tengas, la vergüenza no tiene una lógica... puedes tener algo que odias y que el resto mataría por tener. Sospecho que la madre no ayuda con la autoestima del hijo, eso seguro.
ResponderBorrarIgual pobre tipo. Estresante y tremenda responsabilidad, saber que lleva consigo un arma de destrucción masiva entre las piernas. A veces, creo yo, puede (¿o no puede?) ser una bendición, aunque mayormente una maldición.
ResponderBorrarVa un abrazo, Maia.
Bueno, una situación incómodo, no para vos, pero si para los pacientes con poco desparpajo frente al desnudo de sus genitales. Muy buen texto. Un abrazo
ResponderBorrarLa vergüenza siempre asecha, sea lo que sea que haya debajo de la ropa. Algunos logran vencerla con mayor facilidad, a otros nos cuenta años.
ResponderBorrarSaludos,
J.