A veces me pregunto si soy el único bicho raro que determinadas situaciones me remontan al seno familiar, o acaso soy/somos/nos sucede a un montón...
Vino un amigo de visita de España
— Maia, vamos a vernos
— Ahora no puedo, estoy en el trabajo, te busco esta tarde
— Bueno, estaré en el departamento, solo bajaré a por la comida; -y entre tanto y tanto se dedicó a enviarme mensajes-
— Eres muy atractiva y sexy, puedes volver loco a cualquier hombre, aunque a veces te cueste aceptarlo
— Da igual, qué gano con eso
— Cómo que qué ganas, gustar a los hombres, Maia, deberías ser actriz porno
— Ja, es broma ¿no?
— ¡Noooo!, piensatelo, puedes practicar conmigo tantas veces quieras, faltaría más
Entró en mi habitación, entre sus manos llevaba el vestido amarillo con un tenue estampado de diminutas florecillas, fruncí el ceño, no es que me desagradara el vestido -o no tanto-, solo sentía que era demasiado en todo -ajustado, cortito y escotado-.
Sabía lo que eso significaba. Acompañar a mi madre a hacer algún trámite o reclamo; y sabía lo que sucedería, empezando por el taxista y su mirada insistente por el retrovisor, luego el funcionario -cualquiera que estuviera en turno- me recorrería en principio por el rostro, el escote, las piernas; y al regresar la mirada se quedaria detenido en mi rostro; y diría algo -lo mismo- que ya me sabía de memoria; y como siempre; yo me acercaría a mi madre y sin apartar la vista del funcionario le diría bajito, "mami, me siento incómoda"; y mi madre con su característica mirada me mandaría callar; y todo esto no pasaría inadvertido para el funcionario.
Luego regresaríamos a casa y mi madre diría a mi padre "Fue difícil pero pude solucionarlo"; y esperaríamos el siguiente mes para hacer todo lo mismo.
— En diez minutos salimos, Maia -me entregó el vestido y salió del dormitorio.
No había mucho para hacer en mi aspecto, no usaba maquillaje y mi cabello ondulado era rebelde y largo, hacía tiempo que me había ganado la batalla y lo dejaba a su aire. Me puse el vestido amarillo y me senté a esperar que apareciera mi madre, restaban ocho minutos y ella era puntual, como aprendió a serlo el taxista si quería evitarse la reprimenda de mamá.
— Eres una preciosidad -mencionó el funcionario- mi madre le lanzó una mirada fulminante que el funcionario no advirtió
— Tiene trece -dijo mi madre sin apaetar la vista-
— Ya crecerá -ambos se miraron y después de un momento el funcionario, intimidado se recogió en su asiento.
Decía mi madre que la mujer ni puede, ni debe ser sexy o sensual porque, -por defenderla- se metería en problemas el hombre, pero también decía que había que usar las armas que tenías a tu alcance...
Porque, los hombres pueden mirar, pero no tocar... a menos que se lo permitas...
No se andaba por las ramas el tal visitante de España, aunque barría para su casa. Creo que por ese tipo de situaciones, más o menos, habrán pasado casi todas las mujeres, no serías la única. Y lo de las armas de mujer...pues sí, siempre existieron, con mayor o menor habilidad y discreción, pero habría mucho que precisar sobre el tema y saber dónde pone cada mujer el límite donde no sea ella misma. Lo que planteas no es baladí ni mero objeto de broma, como cuanto describes en casi todas las entradas. Salud y calma.
ResponderBorrar"Barría para su casa" una expresión interesante.
BorrarEs posible, Fackel, lo lamentable es que la situación se presente a muy temprana edad, cuando la madurez aún no te alcanza.
Gracias, Fackel
Mi hermana salía mucho de compras con mi madre, entre otras cosas le gustaba porque nadie la miraba, todas las miradas iban hacia mi madre. Mi hermana era rubia y de ojos azules, muy guapa y con buen tipo, pero no era llamativa, creo asi se vive más tranquila.
ResponderBorrarCreo lo mismo, Ester
BorrarMenudo lagarto ese amigo.
ResponderBorrar"Lagarto", me he apoyado en el buscador para entender tu expresión, Josquín; y sí.
BorrarHay algo en la actitud de tu madre que me parece incorrecto y es que su hija no dejaba de ser una niña de 13 años que se sentía incómoda.
ResponderBorrarNo me malinterpretes, no quiero juzgar a nadie.
BorrarNo te preocupes, Joaquín. En la mirada de hoy puedo entender que jugaba lo mejor que podía sus cartas, siendo que el entorno era -y sigue siendo- extremadamente machista. Supongo que había otras formas pero no las vio.
BorrarEn cambio, a las mujeres feas, al igual que a los hombres feos, nadie las toca aunque quieran, ni con un puntero láser. Que el Señor se apiade de las personas genéticamente desfavorecidas.
ResponderBorrarFeas o bonitas ¿según quién o para quién?, aquí lo "bonito" podría ser el vestido amarillo de pequeñas flores desvanecida.
BorrarEn eso consiste el patriarcado, cosa guapa, en decís o hacés con toda libertad y sin miedo la mar de estupideces, con el límite (para algunos) de "mira pero no toques", las miradas también tocan y molestan
ResponderBorrarismael
También tocan, Ismael
BorrarSin pretender juzgar, es difícil de entender lo que hacía tu madre, con su insistencia de que usaras ese vestido amarillo, con las características que describís. Sobre todo, cuando tenías 13 años, debió de tener en cuenta tu incomodidad.
ResponderBorrarEn cuanto a tu amigo, aunque se comportó como un avivado, alguien se las dio de listo, voy a creer en su opinión sobre tu atractivo.
Me gusta lo de armas de mujer, más de uno quiere ser herido por esa clase de armas. Y me gusta tu frase final, con sabiduría emocional.
Besos.
Gracias, Demiurgo.
BorrarSí, él es un poco atrevido.
Un comentario agradable, otro para ti.
La sensualidad, el ser sexy, son precisamente armas de mujer y muchas las utilizan a su favor, eso no es nada del otro mundo, tampoco las miradas que van más allá de lo permitido. Tal vez es ahi cuando tu madre debió entender tu incomodidad. En cuanto a ese amigo que da esos consejos y dice esas cosas, es igual que las miradas, se le permite o no.
ResponderBorrarBesos dulces Maia y dulce fin de semana.
A veces natural, espontáneo, otra lleva una carga de picarona, es lo que hay, DUICE. Los amigos son amigos y de ahí no pasan.
BorrarOtro para ti.
En eso creo que el mundo está mejorando.
ResponderBorrarBesos.
Afortunadamente, TORO.
BorrarOtro para ti.
Vaya con tu madre. Te usaba para intimidar al funcionario. Mejor pasar desapercibida. Me gustó el relato.
ResponderBorrarMaia, de suelo es que las gallinas están libres no en jauladas. Esto lo han puesto de moda en la tele cuando anuncian los huevos😊
Buen fin de semana.
Un abrazo.
Mejor, Laura.
BorrarGracias por el dato; y por tomarte la molestia de venir hasta aquí a conpartirlo.
Un abrazo
¿Tienes 13 años? Chuta, te imaginaba con más edad, por lo menos unos 18... Ha de ser por tu forma de escribir y expresarte, que es claramente lo único que conozco de ti. Quizás eres de esas personas que tiene un "alma vieja".
ResponderBorrarVa un abrazo, Maia.
Ja
BorrarLos tuve alguna vez; y por todo un año. Seguro la tengo, Julio David.
Otro para ti.
Las madres enseñan y un@ aprende, desaprende, refrenda o reversiona... Pero la anécdota te ha dado este bello sugerente texto. Tan mal no estuvo, verdad?
ResponderBorrarPor supuesto que no, Carlos, es parte del aprendizaje.
Borrara los trece años, en plena pubertad, tenías toda la apariencia de una mujer voluptuosa, toda una lolita, y va vuestra madre a vestirte con un vestido diminuto, ajustado y corto que realza tus formas femeninas llamando la atención de todo el público masculino.
ResponderBorrary claro, los hombres vemos y juzgamos, respetando siempre, sin ser hipócritas. (digo esto porque el primero que diga que no está faltando a la verdad, a menos que no le gusten las mujeres, lo cual también está en su derecho).
pero siempre habrá alguien que diga algo de más porque no todos los hombres somos iguales; simplemente es que son así y nada los hará cambiar.
es por eso que vuestra madre debió evitar ese tipo de situaciones vistiéndote con la ropa adecuada. una persona no puede ir por la vida luchando contra molinos de vientos porque termina como don quijote.
en cuanto a los comentarios de vuestro amigo de españa, son algo natural. tú despiertas en él las más diversas fantasías sexuales las cuales terminarán cuando se las satisfagas totalmente a plenitud o cuando te alejes definitivamente de él.
a menos que quieras tenerlo por siempre babeando por ti hasta el infinito, jajaja.
un beso. (sé que no te gustan las despedidas con beso pero tu post me ha despertado cierta lujuria, jajaja).
Jajaja
ResponderBorrarVa un beso para ti, DRACO, (no porque me hayas despertado cierta lujuria) porque me hiciste reír.
Sin ánimo de "despertar" nada... visto como está el patio, parece que hemos coincidido en los títulos de nuestros trabajos, el mío pendiente de publicar. Tu ayer, mi ayer.
ResponderBorrarPor otro lado, avispada mujer, agradezco el cumplido en mi blog. :)))))
"Tus años se notan en tu bien hacer, en tu reflexión y eso me gusta."
Gran abrazo Maia.
Aún así despiertas empatīa, Ernesto. Interesante coincidencia.
BorrarSiempre enriquecedor visitarte, Ernesto.
Gran abrazo.
Además "no se toca lo que no se va a comprar", aunque esto cosifique todavía más a la mujer.
ResponderBorrarEl mundo para cada vez direccionado hacia la exposición y la incomodidad, no solo, pero sí principalmente, de las mujeres.
Saludos,
J.
Eso también. J. "No puedes circular sin placas"; y muchas frases que cosifican; y siguen vigentes.
ResponderBorrar¿Cuándo vamos a parar?
Saludos.
Me temo que es una situación, a la que la sociedad ha renunciado, por justicia, para la mujer.
ResponderBorrarUn saludo.
Lo mejor es que salgas disfrazada de monja carmelita, con su cofia y todo :)
ResponderBorrarUn abrazo, Maia.