lunes, 14 de octubre de 2024

Un paso a la vez

Un par de llamadas fueron ignoradas, lo mismo sucedió con los mensajes... Lo comprendí, es trago amargo perder a un ser querido, más si era tan cercana a su abuelita. Pidieron que el funeral fuera familiar.

Habían pasado días y el silencio se mantuvo, pero solo en línea personal porque en las redes las publicaciones se sucedían de forma continua, al leerlas, había constancia del dolor que la estaba consumiendo. Guardé distancia y respete su duelo.

— Maia, amiga, discúlpame que no haya respondido antes pero aún me duele
— ¿Cómo te puedo ayudar, Sarai?
— Invítame a comer, necesito salir de esta toxicidad, que mis tíos discuten todo el tiempo por la herencia 
— ¿Intestada?
— Para nada, pero no aceptan que me nombrara su heredera, van a... eso que se hace para decir que no es válido el testamento 
— ¿Vienes a casa o salimos por ahí?
— A tu casa, Maia, comida simple, amiga, quiero sentir que estoy con abuelita

Llegó con su marido -de nombre difícil de recordar- y sus tres hijos

—Estos niños son copia tuya, Saraí, en nada se parecen a su padre
— Sus padres -aclaró como siempre-
— ¿Por qué lo haces, Sarai?, tu marido lo adoptó y lo cuida como suyo
— Hay que dejarlo claro, Maia, no sé por qué, pero hay que hacerlo -me encogí de hombros, su familia, sus reglas-
— ¿Qué quieres que prepare, Sarai?
— Tortilla española, amiguita
— ¡No manches, Sarai!, hay que buscar a un español que quiera hacerla... ¿tu padre querría? -negó con la cabeza- bueno, haré lo mejor que pueda
— Esfuérzate, Maia

Se quedó mirando el plato, su desaprobación era evidente 

— No te ofendas, amiga, pero esto en nada se parece a una tortilla española 
— ¡Claro que sí!, es una fusión moderna
— ¿Qué es esto?
— Sarai, es chorizo argentino, es una tortilla EspañArgentina, Marcos me enseñó a prepararla
— ¿Bromeas, Maia?
— ¡Nunca con la tortilla española! -,un poco incrédula empezó a comer-
— No sabe mal, o quizás que tengo hambre 
— Lo que sea, Sarai, sigue comiendo 

Mientras lo hacían yo los observaba, sentados a distancia, sin mirarse o hablar entre sí, un abismo los mantenía lejos 

— ¿Cómo se conocieron?

Desconcertante pregunta, parecían absortos, como tratando de situarse en aquel momento, Sarai rompió el silencio 

— Estudiábamos juntos, compañeros de clase; yo me había casado y ya tenía un hijo, siempre llegaba amoratada y él me consolaba, como muestra de amistad le presentaba a mis amigas y le concretaba citas, eso siguió pasando hasta mucho después que me divorcié; y una tarde que le dije que saldría con la última de mis amigas se negó y me pidió que ya no lo hiciera, que me quería a mí, le expliqué mi situación, de mi hijo y que no estaba para juegos ni perder el tiempo, me dijo que él tampoco, que ya lo había hecho darle vuelta a todas mis amigas y que tampoco estaba para juegos, que fueramos al registro y eso hicimos

El ambiente se sintió liviano; y nada quedó de la extraña tortilla EspañArgentina


Hay huequito en el sofá negro; y las bebidas en espera
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