miércoles, 30 de octubre de 2024

Se acerca la despedida



Caminaba por el parque cuando vio a un perro viejo y regordete, parecía agotado, dejó que se acercara y examinó su collar, su barriga abultada, definitivamente estaba bien alimentado, pensó que quizás se había extraviado. Lo llamó que lo siguiera; y caminando lado a lado salieron del parque hacia su casa.

Al entrar en su vivienda el perro la recorrió sin mucha curiosidad, pero al ver un mullido y cómodo sofá se subió y ahí se quedó durmiendo alrededor de una hora, luego se levantó, se dirigió a la puerta de salida y empezó a arañar el marco. Él extraño se acercó a abrir la puerta y vio al perro alejarse, cuando estaba a punto de perderse en una curva, el perro volteó, se quedó mirándolo, agitó su cola y continuó su camino.

Ahora cada tarde el perro llega, rasga la puerta, entra y va a dormir al sofá. El hombre sintió mucha curiosidad, colocó una nota en el collar del perro: “Tu perro ha estado durmiendo la siesta en mi casa todos los días”. Al día siguiente, el perro llegó con otra nota en su collar: “Vive en una casa con cuatro niños; está tratando de recuperar el sueño. ¿Puedo ir con él mañana? 
Créditos a su autor.

Al leer esta publicación recordé cuando Gurrumino me adoptó. Iba caminando por el mercadillo navideño, me encontré a unos conocidos que lo llevaban cargado, Gurrumino empezó a darme lamiditas y se empujaba hacía mí, lo cargué y de inmediato se enroscó en mi brazo y no volvió a soltarse. Fue sencillo el trueque, Gurrumino quería venir conmigo y ellos no tenían gran interés en quedarselo, unas crepas de frutillas y cajeta; y chocolate caliente fueron suficiente pago para ellos y una gran alegría para mí.

— Maia, no sé cómo ayudar a Titi a salir de este bache
— Dale tiempo, es reciente su pérdida 
— No quiero que se hunda; ya han pasado semanas 
— Habla con ella, quizás quiera adoptar un perrito 
— Se lo preguntaré, luego te llamo, Maia

Horas después, Marcos me visitó y me comentó que su hermana si quería adoptar pero más adelante. ¿Qué entendemos por "más adelante"?, claramente no lo mismo que, Marcos que de inmediato se puso a buscar en redes sociales perritos en adopción. Titi fue muy clara en sus indicaciones, quería adoptar, no comprar, le pidió a, Marcos que llegado el momento saliera a la calle y si en su trayecto lo seguía un perrito lo llevara a casa, con ella.

Marcos empezó a buscar en las redes sociales, Samoyedo, Mastín, Gran danés, algunos en adopción, todos con la característica de ser grandes, muy grandes.

— Marcos, no puedes llevar a tu hermana un perro tan grande, la va a tirar
— Pero son tranquilos , Maia
— Pero no podrá con uno así, busca uno pequeño, pero, Marcos, te dijo que "más adelante"

Dejó la búsqueda de lado y empezamos a charlar, en algún momento recibió un mensaje con foto. Un pequeño bebé shitzu buscaba un hogar solvente, el cachorrito de dos meses nació con problemas de salud y necesitaba a alguien que pudiera recibirlo y brindarle la atención médica y cirugía que requería para recuperarse

Y son esas situaciones que no te permiten quedar estática. Concertamos cita y fuimos por el cachorro, en el trayecto compramos el paquete de quince kilos de alimento raza pequeña que nos solicitó la persona como trueque.

Él pequeño hizo lo mismo que, Gurrumino, se enredó en mi brazo y ya no quiso soltarse, desde entonces lo ha estado atendiendo, Sarai; y al cumplir su esquema de vacunación entró a cirugía ambulatoria y se ha recuperado estupendamente.

Titi ha seguido su evolución y está lista para recibirlo... Pero yo no estoy segura de dejarlo ir, Doñito se ha vuelto parte escencial de mi familia, gran dilema, quiero apoyar a Titi, pero no quiero desmembrar mi pequeña familia.



Empieza a sentirse el frío, hay mantas en el sofá; y en la mesita de arrimo chocolate, café, té y galletitas.
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sábado, 26 de octubre de 2024

Como un suspiro



Maia, me gustaría que conozcas a mi abuelita 
— ¿Cuál es el motivo?
— Es la persona más importante en mi vida; y quisiera presentartela
— ¿Cuándo quieres que la conozca?
— Elige tú, entre semana cualquier día 

Recorrimos la ciudad adentrándonos en las primeras colonias que se formaron, casas muy antiguas empezaron a aparecer, cada una diferente a la otra, en esos lugares no se encuentran viviendas fabricadas en serie, no tienen estacionamiento, son de un piso y su estructura es alta y con esquinas curvas, eso solo es posible en el lado norte.

Frente a la vivienda se mantenía firme una plaza circular donde presentaban corridas de toros, diferente a otras estructuras de esa naturaleza, esta es considerablemente bajita.

— ¿Sigue activa esta plaza?
— Solo para lucha libre 
— Es muy baja, me da la impresión que los toros podían escapar sin problema 
— Sucedía con frecuencia, en el frenesí saltaban a las gradas, luego corrían alrededor de la colonia; y nosotros siendo niños salíamos despavoridos
— Aterrador 
— Y divertido, soltabámos una carga de adrenalina potente; y en la noche nos reuníamos frente a una fogata a contar nuestras hazañas, aunque eran de todos conocidas, esa fogata olía a testosterona pura y dura.

Entramos a la vivienda, parecía un lugar suspendido en el tiempo, todo estaba seccionado y entremedio separando los dormitorios de los accesos comunes había un largo corredor, al fondo y uniendolo todo un enorme y rústico jardín.

— Ven, Maia, mi abuelita ya no sale de su habitación 
— ¿Le has preguntado si quiere recibirme?
— Anoche hablé con ella
— ¿Y si refrescas su memoria?
— Tiene muy buena memoria, Maia

Entramos a su dormitorio, una mujer menudita estaba sentada en una de las dos camas que había, recostado a su lado un pequeño y blanco cachorro que recibía sus caricias.

En algún momento nos quedamos solas, doña Sofía pasaba los noventa años, tenía una agilidad mental sorprendente, se dejó sentir casi de inmediato.

— Su habitación es bonita, tan llena de recuerdos 
— Es lo único que me queda de mi Juan 
— Lo siento 
— Yo no, me hubiera dolido más si yo me fuera primero, no son tan fuertes como piensan, pero los dejamos creer que sí 
— ¿Mucho tiempo juntos?
— Imagínate, llegó al pueblo donde vivía con mis padres cuando yo tenía doce años, iba con otros chefs, como era un pueblo de aves, ellos llegaron a enseñarnos a elaborar galantina de pavo; yo me acerqué a aprender y me dijo que fuera a buscar a mis padres, que quería hablar con ellos, al día siguiente nos casamos y nos venimos para aquí 
— ¿Volvió alguna vez al pueblo?
— No, mi lugar estaba al lado de mi Juan; y ahora está aquí, en la casa que me construyó; y dónde me ha dejado

Volví a observar las paredes tapizadas con fotografías en un blanco y negro desvanecido, cinco embarazos gemelares de varones — ¿Cuál es usted, doña Sofía?, se señaló entre las cuatro niñas -ella se perdía como una más-

y entre todo ese tapiz había una fotografía que destacaba, era la única que tenía marco, era más grande que el resto y en color. Me quedé observando con detenimiento, parecía tan diferente 

— ¿Su marido?
— ¿Quién? -buscó con la mirada tratando de ubicarlo-
— Él -señalé la fotografía con marco-
— ¡No, no!, es el niño Fidencio
— ¿Su hijo? -me miró y su rostro mostraba desconcierto-
El niño Fidencio es un santito muy milagroso, ¿mi nieto sabe que no eres creyente?
— Eso creo, ¿es un problema?
— No para mí, he visto cosas peores que eso; ya he vivido muchos tiempos; y sigo aquí, adaptándome al cambio, pero mi nieto sí es religioso 
— Mientras sea respetuoso, doña Sofía, ¿por qué es tan milagroso?
— Cuando llegamos aquí; y al estar construyendo tuvimos que cavar varios metros para poner tierra buena para el jardín, mi Juan quería un huerto para sus recetas; y encontramos cosas malas enterradas, el niño Fidencio nos ayudó a alejar toda la maldad
— ¿De ahí viene su fe?
— No solo de ahí, también de los milagritos que hizo en vida; y sigue haciendo
— Entiendo 
Maia, respeta la naturaleza del hombre y él respetará la tuya
— Gracias, lo tendré en cuenta
— Ayúdame a llegar a la cocina, haremos galantina

Y mientras preparábamos la galantina

— Setenta años casada... ¡Toda una vida!
— Apenas un suspiro, diez años sin mi Juan han sido toda una vida


Té, Café, Tinto o lo que apetezcas; y un intento forzado de galantina 
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lunes, 14 de octubre de 2024

Un paso a la vez

Un par de llamadas fueron ignoradas, lo mismo sucedió con los mensajes... Lo comprendí, es trago amargo perder a un ser querido, más si era tan cercana a su abuelita. Pidieron que el funeral fuera familiar.

Habían pasado días y el silencio se mantuvo, pero solo en línea personal porque en las redes las publicaciones se sucedían de forma continua, al leerlas, había constancia del dolor que la estaba consumiendo. Guardé distancia y respete su duelo.

— Maia, amiga, discúlpame que no haya respondido antes pero aún me duele
— ¿Cómo te puedo ayudar, Sarai?
— Invítame a comer, necesito salir de esta toxicidad, que mis tíos discuten todo el tiempo por la herencia 
— ¿Intestada?
— Para nada, pero no aceptan que me nombrara su heredera, van a... eso que se hace para decir que no es válido el testamento 
— ¿Vienes a casa o salimos por ahí?
— A tu casa, Maia, comida simple, amiga, quiero sentir que estoy con abuelita

Llegó con su marido -de nombre difícil de recordar- y sus tres hijos

—Estos niños son copia tuya, Saraí, en nada se parecen a su padre
— Sus padres -aclaró como siempre-
— ¿Por qué lo haces, Sarai?, tu marido lo adoptó y lo cuida como suyo
— Hay que dejarlo claro, Maia, no sé por qué, pero hay que hacerlo -me encogí de hombros, su familia, sus reglas-
— ¿Qué quieres que prepare, Sarai?
— Tortilla española, amiguita
— ¡No manches, Sarai!, hay que buscar a un español que quiera hacerla... ¿tu padre querría? -negó con la cabeza- bueno, haré lo mejor que pueda
— Esfuérzate, Maia

Se quedó mirando el plato, su desaprobación era evidente 

— No te ofendas, amiga, pero esto en nada se parece a una tortilla española 
— ¡Claro que sí!, es una fusión moderna
— ¿Qué es esto?
— Sarai, es chorizo argentino, es una tortilla EspañArgentina, Marcos me enseñó a prepararla
— ¿Bromeas, Maia?
— ¡Nunca con la tortilla española! -,un poco incrédula empezó a comer-
— No sabe mal, o quizás que tengo hambre 
— Lo que sea, Sarai, sigue comiendo 

Mientras lo hacían yo los observaba, sentados a distancia, sin mirarse o hablar entre sí, un abismo los mantenía lejos 

— ¿Cómo se conocieron?

Desconcertante pregunta, parecían absortos, como tratando de situarse en aquel momento, Sarai rompió el silencio 

— Estudiábamos juntos, compañeros de clase; yo me había casado y ya tenía un hijo, siempre llegaba amoratada y él me consolaba, como muestra de amistad le presentaba a mis amigas y le concretaba citas, eso siguió pasando hasta mucho después que me divorcié; y una tarde que le dije que saldría con la última de mis amigas se negó y me pidió que ya no lo hiciera, que me quería a mí, le expliqué mi situación, de mi hijo y que no estaba para juegos ni perder el tiempo, me dijo que él tampoco, que ya lo había hecho darle vuelta a todas mis amigas y que tampoco estaba para juegos, que fueramos al registro y eso hicimos

El ambiente se sintió liviano; y nada quedó de la extraña tortilla EspañArgentina


Hay huequito en el sofá negro; y las bebidas en espera
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