martes, 24 de septiembre de 2024

Izan

En una ocasión -cuando niña- mis padres viajaron al interior dejándonos al cuidado de los abuelos. La abuela tenía la manía de hacer un rondín después que sus hijos y marido dormían. Recorría la cocina y comedor en busca de platos sucios o restos de comida, lo mismo hacía con los pisos, a veces la revisión se sucedía varias veces en una noche.

Al regresar mis padres, me di cuenta que mi madre hacía lo mismo. Una noche fui a la cocina por un vaso con agua, intencionalmente dejé caer en la barra miguitas de pan y volví a cama, en algún momento escuché diminutos pasos, me acerqué y vi a mi madre que no solo había limpiado la barra, también lo hizo con toda la cocina, avergonzada me acerqué a ayudarla y me contó lo que su madre le dijo de pequeña.

"Espíritus hambrientos o Carniceros"
Se dice que dejar platos sucios o restos de comida es una invitación para los espíritus; y ellos, al darse cuenta que no pueden alimentarse con comida se molestan y se alimentan del alma de quién está cerca.

En general no creo en cuentos, pero sí en lo que, a fuerza de repetirlo, en mí se convirtió en un hábito, por lo mismo, antes de ir a descansar limpio todo.

Días atrás le organicé un baby shower a, Saraí, ella estaba a semanas de ser madre por tercera ocasión, finalizada la reunión, una lluvia abundante se dejó sentir; y Saraí pasó la noche conmigo. De madrugada tenía la sensación del desorden que quedó en la mesa, me levanté y me dispuse a limpiar, Sarai, que por lo avanzado de su embarazo dormía poco, me acompañó y me contó que su madre y abuela hacían lo mismo, terminada la tarea nos pusimos a recordar lo difícil que fue enterarse que estaba embarazada...

Hubo un tiempo...
— Maia, ¿me acompañas mañana con la ginecóloga?
— ¡Por supuesto, Saraí!

Ya en el consultorio de la doctora Romero.

— No, Saraí, dentro de mis prácticas no está interrumpir embarazos, si estás dispuesta encontrarás un médico sin escrúpulos que te lo quiera realizar.
— Pero tú eres mi médica; y yo no estoy segura de tenerlo 
— Hay algo que puedo hacer, Saraí, al cumplir veinte semanas puedo inducir tu parto e interrumpir el término, pero, si el bebé vive -que es muy difícil-, te harás cargo
— ¿A los cinco meses pueden sobrevivir?
— Con escasas probabilidades, pero se han dado casos 
— ¿Bebés sanos?
— No, bueno, tienen sus limitantes 
Salimos de ahí con una opresión en el pecho
Sarai, no lo estás pensando ¿No?
Saraí se encogió de hombros y empezó a llorar
— Hay, amiga, es muy cruel todo esto, ¿Por que le hacen eso a los bebitos?
Romero es socia del hospital; y dirige el área de ginecología, ¿Qué esperabas?

Maia, este niño debe nacer...

Al día siguiente del baby shower, Sarai regresó a casa, esa noche me llamó y mencionó que Izan había nacido.

¿Celebramos?
Té, Café, Tinto, o lo que apetezcan.