viernes, 5 de abril de 2024

Dichosa la rama que al tronco sale

Esta mañana calurosa de fin de semana acepté la invitación de Sarai para ir a desayunar. Preparé mi estómago con antiácidos e hice una piadosa solicitud a todos los santos para que me acompañaran en ese calvario. Sarai es una mujer adulta que insiste en creer que su/mi estómago es de acero, -como aquellos tiempos de adolescencia que podías comer lo que fuera y no dañabas tu intestino-.

— Te prometo, amiga que te va a encantar, la comida aquí es deliciosa, Maia, si no la has probado, no sabes de lo que te has perdido...

Temí lo peor esperando lo mejor; y mi esperanza se vio significativamente reducida cuando entramos al estacionamiento del mall -milagrosamente; y en un instante aprendí a rezar- Recorrimos el último tramo del estacionamiento y prometo que mis piernas se volvieron de papel. ¿Y cómo hacer para negarme?, si Sarai es compleja en su sentir, siendo una mujer desfavorecida en todos los aspectos es difícil decirle que no a cada uno de sus absurdos.

Tratar su autoestima con pinzas ha logrado avances milimétricos que para ella han significado grandes logros, para mí, pases directos al hospital -la última vez con una semana de internamiento-

— Sarai, amiga, ¿segura que quieres comer aquí?, podemos ir a cualquier lugar que se te ocurra
— Amiga, no creas que los lugares caros tienen los mejores alimentos, anda, te va a gustar -asentí resignada- ¿Quieres que pida por ti, Maia?
— Diría que no, amiga

El lugar olía a grasa pasada por el fuego incontables veces, olía a rancio, olía a otro pase al hospital, ¿qué podía pedir que no hubiese pasado por esas ollas con tizne?, empecé a observar detalladamente cada producto que ofrecían, Sarai ya había ordenado y yo seguía con dudas

— Agua, por favor, que esté fría y embotellada; y ese panquecito que está ahí, el de chocolate extra
— ¿El empaquetado? -asentí con un ligero movimiento- pero es industrial, tenemos unos caseros buenísimos, son frescos
— Está bien, tráigame uno

No hice caso a las recomendaciones de Sarai y solo probé un poco del panquecito, lo suficiente para no ofender su invitación; y creer que mi estómago estaría salvo

— Maia, no puedo abrir mi refresco, ¿me ayudas?
— ¿Por qué sigues tomando refresco?, eso es dañino
— Que va, amiga, es lo mejor de lo mejor, lo encuentras en todos sitios y siempre están fríos
— Pero tienen demasiada azúcar; y cosas
— Me gusta el refresco; y la comida de sitios como este
— No puedo, Sarai, ¿por qué diantres no te lo abrió el mesero?
— Porque era su hora libre, fuimos las últimas que atendió; y da las gracias a Dios que se compadeció de nosotras, si no, tendríamos que haber ordenado desde caja
— Vaya... mejor no digo nada, solo busca a alguien que la abra
— Hay dos hombres por allá, espera

Sarai se acercó y habló con ambos, uno de ellos se ofreció a ayudarla y sin un mínimo esfuerzo abrió la botella; yo me quedé observando al otro, un hombre clásico y tremendamente atractivo, ¿rondará los setenta, quizás más?; y ahí me quedé, pensando, observando

— Que coraje, ¿viste como la abrió?, casi le puso el dedo encima e hizo girar la rosca, ¡sin esfuerzo!
— Lo vi, ¿y por qué no le dijiste al otro hombre, al clásico? -se encogió de hombros-

Lo seguí con la mirada, su porte, su atuendo, su cabello, él seguía con su atención en algo que traía entre sus manos, estaba en otro local -lejos de esa suciedad en la que Sarai y yo nos encontrábamos- sentía que alguien me observaba pero no hice caso, mi concentración estaba con ese caballero; y sin darme cuenta había comido todo el panquecito de chocolate extra. 

La sensación de ser observada seguía y voltee, aún absorta, había un hombre de pie mirándome fijamente, me sonrió, le devolví la sonrisa y nos quedamos mirándonos; y sonriéndonos, parecía tan familiar, hasta que se unieron varios hombres y se fueron lentamente, antes de perderse -el más joven- se volvió y nuevamente me sonrió, ¿padre e hijo?, quizás...

Es de noche, tenía una salida al karaoke con unos amigos y estoy aquí, incómoda y tumbada en el sofá negro, con una taza de té que se ha enfriado sin tocarla, hablando con un amigo e indecisa si acudir o no al hospital.


23 comentarios:

  1. esperabas lo peor y saliste bien de la experiencia. todo no fue más que un ligero susto y en general parece que fue hasta interesante para ti.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sí, hubo buenos momentos, DRACO, lo fue.

      Borrar
  2. Es que tengo la impresión de que eres una romántica empedernida y lo malo es que te pasa factura a la salud. No sabes lo interesante que es leer tu estilo fresco y sin complejos y estás historias tan libres en que todo es posible y s la vez están teñidas de veríamos. Espero que todo euedads fn una mala noche y el destino vuelva a cruzar vuestros caminos

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Bueno, es lo que hay, Joaquín...
      Gracias, me agrada saber que algo de lo que escribo te resulte interesante .
      Sí, un poco de medicamento en el brazo y de vuelta a casa.
      Fue grato, pero no sé si vuelva a sucederse.

      Borrar
  3. Incontables veces me he encontrado en esa tesitura. Quedar con alguien que me obliga a tomar más alcohol o comida basura o lo que sea que mi
    cuerpo no necesita. A los pesados de este tipo los veo menos.
    Lo que sucede en tu caso es que siempre tienes la suerte de llevarte algo mejor de lo esperado. De pescar alguna anécdota que vale la pena.
    Aún así lo siento por tu estómago. El veneno de esos locales siempre pasa factura.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. No puedo evitar a, Sarai; y no quisiera hacerlo, es mi amiga, rescato que ella está tan ocupada que nos vemos poco -algo que mi estómago agradece-
      Es que no todo es el punto negro en la pizarra, hay mucho alrededor que vale la pena.
      Ya ha pasado, hoy solo líquidos y así por tres días y como nueva, Sergio.

      Borrar
  4. El título, encierra una realidad memorable.
    Sarai, y más con i latina, es nombre del País Vasco... :))))))
    ¿Dónde radicas amiga Maia?... Con i latina.
    Abrazos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. El padre de, Sarai es un médico español radicado en Canadá, se casó con su enfermera y se quedó aquí. La conocí a ella por medio de su hermano mayor, estudiábamos juntos, él, años encima, terminó sus y se fue a trabajar lejos; y ahí quedó la posibilidad de una relación, que ninguno creía que algo a distancia funcionaria.
      Buen fin de semana, Ernesto
      PD: Lo que son las cosas, un pequeño detalle como lo es una letra puede mostrar las raíces de alguien.

      Borrar
  5. Hola, Maia.
    ¿Estás diciendo que alguna terminaste internada por aceptar una invitaciones de esta amiga tuya?
    Me resulta molesta esa gente a la que es difícil negarle el aceptar una invitación.
    Te entiendo. Siendo una vegetariana, el entorno que describís con tanta precisión, debió de ser incómodo. Y además, el servicio no era lo mejor.
    Espero que la comida no te haya caído mal.
    Besos.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sí; y anoche estuve unas horas por intoxicación también. Casi nadie sabe que soy vegana, que luego centran toda su energía en querer que cambie y explicarme lo malísimo que es.
      Sí lo hizo, pero fluidos y medicamentos me recuperaron en unas horas, Demiurgo. Otro para ti.

      Borrar
  6. Curiosa descripción de una amiga: "una mujer desfavorecida en todos los aspectos", y al parecer de aquellas personas que no se privan de los placeres de la comida. Para la próxima mejor cuidarse de lo que te llevas a la boca y a no distraerse con esas miradas y tampoco irse por las ramas. Y que suerte que haya un amigo cerca para confortarte en esos momentos.

    Besitos dulces y dulce fin de semana.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sarai es veterinaria, adora a los animales y por lo mismo lo ve como un hobby, tiene su clínica para animales, guardería y spa para perritos y trabaja en un rancho ganadero atendiendo vacas para mantenerse y cubrir los gastos de la clínica, pago de empleados, etc., porque no quiere cobrar. Con ella todo siempre está de cabeza. Cuando puede atenderlo personalmente llevo a Gurrumino con ella, me lo pide a eso de las nueve y me lo regresa después de las ocho porque se lo lleva a su casa y se pone a jugar con él.
      Es que las distracciones no hay forma de evitarlas, DUICE; ¿Y por qué hacerlo?.
      Buen fin de semana también para ti.

      Borrar
    2. Todos tenemos nuestras distracciones, Sarai las suyas, tú las tuyas niña coqueta ;) Te dejo mis buenos deseos para tu semana.

      Más besos dulces.

      Borrar
    3. Buenas noches, DUICE

      Borrar
  7. No salió tan mal, Maia, además el relato es entretenido aunque algo cruel (¿por qué aguantar a Sarai?), lo que mas me gusta siempre de tus relatos es cómo lo conduces. Bravo.
    Feliz soffing, eso lo adormece todo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sí, hubo distractores que bien merece la pena.
      (Porque es mi amiga; y a los amigos se les acepta como son, aunque a veces nos lleven entre las patas del caballo)
      Gracias, Enrique

      Borrar
  8. Algunas distracciones suelen ser más interesantes que otras, aunque todas vienen con sus consecuencias.

    Saludos,
    J.

    ResponderBorrar
  9. Buen relato. Si es una vez cada tanto me parece que no estaría mal. Despues de todo uno a veces puede darse un gustito. Si es seguido ahí si habria que negociar o alargar el plazo.
    A veces por ahí me algunos sábados con amigos y termino bebiendo mas de la cuenta. Uno a veces cree que el cuerpo es el mismo. A los 20/30/40 pero a cierta edad empieza a cambiar. Si comer mucho dulce o mucha harina engordas y te sube el colesterol o los triglicéridos. Pizza, medialunas, alfajores, chocolates, etc Cosa que años antes no pasaba. Te dan medicación para bajarlo. Ni hablar de salir y acostarse tarde o hacerlo dos noches seguidas. Ya no se tiene esa fuerza que se tenía en la juventud para hacerlo.
    Que tengas lindo sabado.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Sí, Gustavo, es de vez en cuando, el cuerpo cambia y debemos acoplarnos; y estar lo mejor posible.
      Buen inicio de semana.

      Borrar
  10. Sarai lo hace con buena intención.
    A que sí?

    ResponderBorrar

Susúrrame al oído, que mi corazón te escucha