miércoles, 12 de marzo de 2025

En tiempo real


Amiga, tengo que contarte algo
— Dime, Saraí
— Paso por ti y vamos a tomar, mmm, lo que sea y a donde quieras ir que no te haga daño (no quiero que me reprendan tus otros amigos)
Ja, vale, ¿a qué hora vienes?
— Lo que tardo en llegar, Maia

Viniendo de, Saraí, "lo que tardo en llegar" es ambiguo porque quince kilómetros puede hacerlos en media hora, una hora o más. Me acomodé en el sofá, encendí las cámaras y esperé mientras escribía y veía algunos vídeos.

Casi una hora después llegó un pequeño cochecito que hacía mil intentos por estacionarse frente a la plaza, era un espacio donde cabían más de tres vehículos, se emparejaba, luego de reversa, volvía a salir, otra vez a entrar y así se sucedió por largo tiempo. Sentada en el sofá yo estaba estresada porque el conductor no lograba acomodarlo, desistió en su intento y se marchó regresándome la calma.

Minutos después retornó y volvió a hacer lo mismo con igual resultado. Nuevamente se fue; y está vez, al llegar se colocó en doble fila al lado del único auto que estaba estacionado. En ese momento llamó, Saraí.

Amiga, ¿puedes salir?, no logro estacionarme, que no hay espacio 
— ¿Eres la del cochecito?
— ¡Siiii!, esa era la noticia, ¡lo compré!

Estar frente a esa miniatura de dos puestos me hacía sentir inmensa

Saraí, necesitas acomodarlo que te van a infraccionar
— Lo sé, pero no sabía que era tan difícil manejar un auto tan pequeño 
— ¿Qué marca es esta cosita?
— A saber... pero tiene cuatro ruedas
— Ja, seguro; y un volante
— No olvidemos el volante, ¿nos vamos amiga?
— Vamos, que este cochecito no puede andar de noche
— ¿Por qué?
— Aún le falta crecer
— Jaja, eres mala, Maia

Ya en el atropellado trayecto...

— ¿Y tú camioneta, Saraí?
— La vendí 
— ¿Y cómo vas a recoger y regresar a las mascotas?
Mmm, no lo pensé 
— ¿Y dónde colocarás a tus hijos?
— Tampoco lo pensé 
— Es lindo el llaverito
— Jaja, es divertido el juguetito, Maia

¡Acompáñame!
Té, Café, Limonada y lo que apetezcas en la mesita de arrimo.

sábado, 1 de marzo de 2025

La nostalgia es el precio que pagamos por vivir momentos inolvidables -lo dijo alguien-


Un granjero llega con el gallero a comprar un gallo...

— Buenas, quisiera un buen gallo que cumpla a todas mis gallinas 
 — ¿Cuántas gallinas tiene? 
 — 180 

Y le saca un gallo francés, enorme, fibroso, cresta levantada y ojos azules.

— Tome este, es Philipe Le Cock, no falla

Cuando llega a la granja, el gallo sale corriendo, caza la primera gallina, la pisa dos veces, agarra la segunda y la pisa el primero y cuando está en el segundo se queda frito. 
El granjero dice: 
— ¡¡Qué diantres de gallo me vendieron!! zumba dos gallinas y ya no puede más... 

Entonces coge al gallo por la cresta, se lo lleva al gallero y le explica lo que le pasó. El gallero se disculpa y le saca un gallo japonés imponente con la cresta tiesa y los ojos grises 

— Este es el "Nico Sumo" pruébelo y después me cuenta. 

El granjero lo suelta en el gallinero y el gallo sale desesperado, pisa a la primera gallina, agarra a la segunda; y a la tercera le hace el 69 y cuando está con la cuarta revienta y cae muerto en medio del gallinero 

— Este es el segundo gallo que me vendes y ¡revienta como el lagarto de Jaén!! 

Entonces el gallero le saca un gallo español, de las tierras de Andalucía, todo flaco, pelón, ojeroso, con resaca y le dice al granjero: 

— Mire señor es lo único que me queda, se llama Josué
— ¿Qué voy a hacer con este jodío gallo flaco y pelao?

Pero lo compra y cuando lo suelta en el gallinero, el gallo sale enajenado y se zumba a las 180 gallinas, cada una con una posición distinta, luego pega una segunda vuelta, sale corriendo, se zumba a la cerdita... 

— ¡Qué fenómeno es este gallo! piensa el granjero; y las gallinas alucinadas con Josué: que Josué esto... que qué bien se entrega a la pasión, que qué bien me pisa, que si con tres al mismo tiempo... 

Al día siguiente lo suelta de nuevo, le pega dos vueltas al gallinero, dándole a todo lo que tenía plumas y sale corriendo. El granjero dice ¡ Nooooo!, que se me ha escapao el gallo. 

Entonces coge el caballo y sale en busca de Josué Siguiendo la pista dejada por él... a lo lejos ve a Josué despachurrao en el suelo, inmóvil el pobrecito; y mientras, los cuervos esperaban que muriera... 

— ¡Noooo Josueeeé! ¡No te mueras! ¡Josueeeeeé! Al fin encuentro un gallo de verdad y se me muere, Josué abre un ojo, mira al granjero y señalando a los cuervos dice:

— Ssshhhh... ¡cállate viejo!... ¡Que me espantas a las morenitas! 

-Créditos a quien corresponda; y con respeto para los españoles-

Maia, ven, que quiero presentarte a mi padre...

Un hombre carismático con su energía masculina bien definida se puso frente a mí, el contacto con su mano cálida y firme no fue suficiente y se acercó a abrazarme, de sonrisa bohemia y mirada infinita, el tiempo corrió sin sentirlo y cuando nos dimos cuenta, habíamos hablado el resto de la noche.

Volví a verlo en innumerables ocasiones, siempre cortés, agradable, caballero, sin dejar de lado su innata seducción.

— ¿Por qué tenías que fijarte en mi hijo, Maia? -ahora me preguntó lo mismo-
— ¿Acaso importa, Don? -él sonrió-
— ¡Sí!, pero solo porque no me haces caso

Don fue un hombre divertido, le gustaban las mujeres y disfrutaba de ellas, alguna de mis amigas cayó en sus redes, -ambos cayeron-; y fue una aventura que se extendió por varios años.

Don no tenía límites, lo mismo seducía a una desconocida que a la amiga de su esposa o novia de su hijo.

El miércoles recibí una llamada ininteligible a las 22:00 hrs., era Innombrable, entre el llanto desolado pude entender algunas palabras y me dirigí a su oficina, su padre acababa de fallecer, lo auxilié con los trámites y al día siguiente estábamos en la funeraria velando su cuerpo.

Maia, ¿podrías quedarte mientras voy a ducharme y descansar un poco?
— Ve, vuelve en la mañana 
— No, cómo crees, solo unas horas
— Ve y descansa, si sucede algo me comunico con tu hermano -Innombrable estaba devastado-

De madrugada todo era silencio y quietud, la sala de velación estaba casi vacía, de repente y de la nada empezaron a desfilar incontables mujeres, habían esperado pacientes la salida de la familia y se escurrieron en medio de la noche, todas llorando y cada una despidiendo a, Don con agradecimiento por haber entrado en sus vidas. 

Yo continuaba en el sofá que colocaron cerca del féretro, recargada en el respaldo y fingiendo dormir; y pude escuchar los susurros de las mujeres que en orden y de una en una lo colmaron de bendiciones y le dieron el adiós.

¡Acompáñame!
Té, Café, Horchata, Fresada; y lo que apetezcas.




sábado, 22 de febrero de 2025

Tiradito de cosas



Su mensaje decía que pasaría antes de las 23 hrs., que vistiera cómoda y simple porque me llevaría a un lugar desconocido para mí.

— ¡Vamos, Maia!, no queremos perdernos la diversión 
— ¿A dónde vamos, Saraí?

Ella sonrió, cincuenta kilómetros después entramos a la parte oculta de la ciudad.

— Esto no lo conocía 
— ¡Te lo dije!

Era intimidante estar allí, mientras el otro extremo se preparaba para dormir, en ese lado de la ciudad era todo bullicio y movimiento. 

— ¿Qué quieres hacer, Maia?
— No lo sé, que decida tu experiencia, pero oye, ¿es seguro aquí?
— Solo hay que cuidarse, amiga, tranquila, vienes conmigo 

El mercadillo era un tiradito de todo, atendido en su totalidad por hombres rudos de rostro alargado que te miraban fijamente. Empezamos el recorrido de los primeros 150 metros de ropa femenina, área de faldas, área de vestidos, área de blusas; y así, todo bien organizado.
 
El lugar era brillante por toda la luz que recorría esa larga fila de puestos, los toldos y paredes superpuestas se unían entre sí formando un único techo que no dejaba entrar las sombras nocturnas, solo podías distinguirlas en el cruce de calles, la oscuridad formaba siluetas extrañas.

— ¿Es ropa usada, Saraí?
— No, amiga; ya no le llamamos así, es ropa de segunda oportunidad, vamos, tienes que comprar algo 
— Estoy bien, gracias 
— No me digas que eres como mamá que no le gusta la ropa de segunda oportunidad 
— No lo sé, no había pensado en eso, pero anda; yo te espero viendo por aquí 

No quería hacerla sentir mal pero no tocaba nada por temor que se me activará la atopia porque no traía gel o algún producto con alcohol que minara sus efectos.

Continuamos el recorrido y doblando la esquina estaba la sección de caballeros, pequeña, no más de 50 metros, luego electrónica, comida, jabones artesanales, perfumes, esencias y tanto, que dos horas después aquello era abrumador e interminable. Agotada y con un punzante dolor de cabeza solo pensaba en la oscuridad y el largo regreso hasta el auto, era muy noche y si, estaba asustada.

Después de un rato, Saraí señaló al fondo un pequeño y aromático local de velas, incienso, lectura de cartas, tarot y cosas esotéricas, el único lugar atendido por dos mujeres y un hombre.

— Ven, Maia, quiero una limpia y te hice cita también a ti
— Ya es tarde, Saraí, empieza tú y según el tiempo vemos, o lo dejamos para otro momento, ve, por aquí te espero
— Tienes razón, siempre que vengo aquí se me pasa el tiempo sin darme cuenta, pero no te alejes que es peligroso

Revisé el móvil y pasaban de las cuatro, media hora después, Saraí salió del pequeño cubículo con una amplia sonrisa y cargada con varias bolsas de cosas; y seguida del chamán. Él me miró y me hizo una indicación que lo siguiera, negué el acceso y se acercó.

— ¡Tienes dolor en la muñeca izquierda!
— No, estoy bien 
— ¡Que extraño!, percibo tu sufrimiento -me encogí de hombros-

Nos despedimos y prometí volver -crucé los dedos en la espalda para no tener que hacerlo-. Caminamos de regreso y justo a las cinco se escucharon ruidos de cosas, metales, golpes, objetos cayendo, telas ondeando y un montón de sonidos que me pusieron en alerta.

— Estás temblando, tranquila, Maia, se están retirando

Me envolví en el brazo de, Saraí y  continuamos, -momentos así te hacer ver lo asustadiza que eres-, minutos después una voz se acercó abriéndose pasó, Saraí me jaló con fuerza del brazo izquierdo colocándome en el otro extremo al tiempo que un metal con punta pasó a milímetros de nuestros rostros.

Ver a todos esos hombres moverse con rapidez y al descuido me asustó, estar ahí, en ese momento, fue imprudente y aterrador. En breve tiempo estábamos en medio de la nada, totalmente solas y rodeadas de oscuridad


Encendimos las linternas de los móviles y llegamos al auto; ya en el interior, se dejó sentir un dolor en la muñeca izquierda, los siguientes minutos continuó hacia arriba y parte de la mano haciéndose insoportable. Nos detuvimos en urgencias, poco después volví porque una mala colocación de yeso hizo que entrara en cirugía; y ahora tengo una especie de tablillas envueltas en vendas y encima esta férula que me acompañará algunas semanas.

Maia, el chamán lo dijo, te dijo que te dolía la muñeca izquierda, fue una premonición, ¡tenemos que volver!...

¡Acompáñame!

Limonada, Té, Café o lo que apetezcas en la mesita de arrimo; y Shrek en la televisión -la regresaré tantas veces sea necesario si no la has visto-, ¿Sabías que hay como tres películas de este ogro?; yo no tenía idea, primera vez en mi lista.



viernes, 14 de febrero de 2025

Un día especial



Habíamos salido por un tiempo, él era un hombre encantador y enigmático. Una tarde quiso presentarme a su abuelita, Doña Alina, nos dirigimos a su casa en un barrio de los más antiguos. 

Ella, una mujer pequeñita, encantadora e interesante,  a veces dejaba asomar un carácter fuerte que competía con su rostro bondadoso, que seguro sirvió para mantener a raya a sus once hijos e incontables nietos. 

En algún momento de la tarde me miró; y su mirada se sintió escarbando hasta el último escondite de mi mente 

— ¿Y tú de dónde saliste? 
Una pregunta que únicamente te puede hacer una abuelita sin que te prepares para la batalla; y a la cual le respondes con humildad. 

— ¡No tengo idea! 

Entre él y yo la relación no rindió frutos; y antes de darnos cuenta la cosa terminó, pero a la abuelita, a ella me la quedé yo.

Hoy está a mí lado, lleva en su sangre sus raíces pasteleras; y me ha puesto a cocinar unos cupcakes de vainilla, montones de buttercream y fondant; y me ha advertido que... !me salen porque me salen.


¡Acompáñanos!
Té, Café, Limonada, Cupcakes y lo que apetezcas. ¡Ah!; y en el cómodo sofá negro, la encantadora compañía de la abuelita.




sábado, 8 de febrero de 2025

Con las manos atadas



El día amaneció estupendo, al transcurrir las horas esa aparente armonía se volvió en caos.

En el grupo de WhatsApp de la colonia -que casi nunca abro porque es tedioso leer las quejas de por qué un vecino sale a correr a la placita a las cuatro de la mañana, o cosas por el estilo-, una vecina solicitaba apoyo porque su auto y su casa habían sido vandalizados por huevos lanzados como proyectiles.

La vecina mencionaba que, por la posición del sol en ese momento, en sus cámaras había sido imposible ver quién fue el causante; y solicitó apoyo para saber si alguna de las cámaras vecinas captó algo.

Recordé el caso de la jovencita que al salir de la universidad fue agredida sexualmente un par de meses atrás en el otro lado de la ciudad; y aparentemente ninguna de las cámaras de las casas funcionaba; y quise ser solidaria. Revisé la grabación de ese día y le pasé una copia de ese momento.

Días después me llegó un documento que indica que debido a la reciente modificación a la ley, debo presentarme ante una autoridad; y pagar a la ciudad una altísima multa por invadir la privacidad de las personas; y una cuantiosa compensación a la persona -delincuente- que grabé sin su autorización, ocasionando daños y traumas a su persona; y tanto, que le es imposible salir a la calle porque le resulta en pánico, imposibilitándolo para ir a trabajar y dejandolo sin ingresos para proveer a su familia.

En dicho documento también señalan que enviarán un técnico que desinstale el equipo, el cual confiscarán; y que si opto por una querella, los gastos y costas correrán por cuenta mía -lo que sea que signifique eso-.

Días después me llamó un amigo abogado que está involucrado en los asuntos del estado; y me dijo que, al ver mi nombre en un expediente solucionó el problema, que, como consejo, cuide de los míos y no me involucre en lo que pase afuera -lo que sea que suceda... a eso hemos llegado.


¡Acompáñame!
Té, Café, o lo que apetezcas; yo me decanto por algo más fuerte.



martes, 4 de febrero de 2025

Pensamientos sueltos

Si está nublado o lloviendo, no puedo dejar pasar la oportunidad de encender el horno y cocinar unos deliciosos scones, estos pequeños panecillos dulces o salados que hacía mi madre en días de lluvia. En realidad ella los elaboraba dulces, no entendía que alguien pudiera cometer el sacrilegio de volverlos salados. 

Cuando le di a probar mis scones veganos -sin aclararlo-; y después de mencionar la típica frase de madres y abuelas "Ya puedes casarte", también comentó, "Éstos son los placeres de la vida de los que te privas por tus ideas retorcidas, imposible que estos panecillos puedan volverse veganos". Al ver la plenitud en su rostro al comerlos, desistí de hacer esa pequeña e importante aclaración, ¿tenía sentido?, definitivamente no, solo me dediqué a verla disfrutar los scones veganos en pequeños bocados que la remontaban a algún lugar lejano y feliz.

Hoy no está nublado, tampoco es día de lluvia, solo es un día más, en el que hace tanto frío afuera, que las ventanas se empañan por el contraste en la temperatura; y justo hoy me han dado el alta -a Gurrumino también-; y me han soltado esas tres palabras que me regresaron el alma a donde sea que anide, "Ya no contagias".


¡Acompáñanos!, Gurrumino y yo estamos felices de abrirte nuevamente las puertas de nuestro hogar.

Té, Café, Scones y lo que apetezcas, mantitas en el sofá y un listado de películas para disfrutar.



miércoles, 22 de enero de 2025

El té puede esperar...



— Maia, querida mía, ¿cómo estás?
— Mmm, bien 
— Amiga, andamos cerca de tu casa, pásame tu ubicación para llegar a visitarte; y hablar 
— No estoy en casa
— ¿A qué hora estarás?
— ¿De qué quieres hablarme?
— Ah, nada en concreto, amiga, solo para ponernos al día con las novedades; y saber de mi queridísimo, Jerónimo 
— ¿Jerónimo?
— ¡Sí!
— ¿Por qué quieres grabar la conversación?
— Ay, no, ¿cómo crees?
— No creo, el móvil me está pidiendo autorización 
— Ay, no, le habrás movido a algo, ¿cuándo pasamos por tu casa?
— ¿Me has puesto en altavoz?
— Ay, no, eres muy melindrosa
— Si no te aclaras tendré que colgar 
— Amiga, queremos visitarte en tu casa, tenemos un asunto pendiente 
— ¿Queremos?, ¿quiénes?, ¿qué asunto?
— Soy Verónica, la esposa de, Joel, amigos de Innombrable; y por supuesto tuyos; y dueños de, Jerónimo; y queremos hablarte de él; y de paso verlo
— ¿Quién es, Jerónimo?
— El perro que te llevaste aquella navidad 
— ¿Me llamas ladrona?
Maia, ¡claro que no!. Te cuento: nuestra hija acababa de adoptar -en realidad lo compró pero ya no está permitido decir eso y ahora todo son adopciones-, un cachorro que tenía mes y medio, Jerónimo,  ella decidió tomarse un año sabático de los estudios, -que por las fechas fue año y medio-, se fue de trotamundos y lo dejó a nuestro cuidado, ahora ella ha decidido volver, nos envió a mi esposo y a mí una foto de ella con, Jerónimo y está emocionada de volver a verlo; y como tú ya lo has tenido mucho tiempo queremos que nos lo regreses
— ¡NO!
—  Sabes que mi marido es abogado, ¿no?; y si, es una amenaza 
— ¡No vuelvas a llamar!

¿Escuchaste eso, Gurrumino?, eres mi familia y no te llevarán, ¿necesitamos asesoría legal?, ¿qué piensas?, Gurtumino baja sus orejitas, coloca nuevamente la cabeza en la almohada y vuelve a dormir. 

Hoy estamos a puerta cerrada, con, Gurtumino y dos visitas inesperadas que juntos hacen un cóctel extremo, -covid e influenza-. El té -y lo demás-tendrá que esperar...




lunes, 13 de enero de 2025

Ofrenda de paz

Fue la primera vez que un desacuerdo nos distanció, ni su paciencia, ni mi tolerancia fueron suficientes para mediar ante un problema que nos había superado; y la amistad de tantos años se volvió humo. 

— ¡No quiero saber más de ti!, fue lo último que me dijo, se levantó y salio de la oficina, pasaron los meses y su ausencia se sintió rutina. Dejé de preguntar por ella a los amigos mutuos, a veces alguno de ellos me enviaba una fotografía de la preciosa, Ninna.

Este fin de semana me entró un mensaje 

Maia, disculpa mi reacción de aquellos meses atrás, más que molesta estaba asustada, creí que disolver nuestra sociedad acabaría con nuestra amistad; y fui yo quien la terminó Como ofrenda de paz te envío el calendario 2025 de PLAYBOY, sé que te gustará.  

P.D: Me he enterado de la reunioncita de esta noche para romper la preciosa piñata que llevó para navidad, Sarai, te aviso que me he autoinvitado y llegaré a las seis.
Marce.
— Hay mucho por contar y escuchar, pásate a las cinco, tengo enfriando un cola de mono que sé que te encanta 
— ¿Cola de mono?, amiga, voy para allá...

¡Acompáñanos!
Té, Café, Chocolate, Cola de mono, galletitas y lo que apetezcas -estamos celebrando-.


Calendario 2025 de PLAYBOY




sábado, 4 de enero de 2025

“Lejos en la distancia sus ojos siguen mirando”

Alta, de largas piernas, busto generoso, melena corta y ondulada, piel blanca como papel, cocinaba deliciosamente, una habilidad que mi padre heredó -cuando lo hacía-, fuerte, resolutiva, abnegada, un ejemplo a seguir -decia mi padre-.

Era escucha, observadora, callada, fría y de mirada inquisidora, despertaba antes del alba; y a las siete ya tenía todo en orden, la casa limpia, ropa lavada, la anterior planchada y acomodada, ¿en qué momento entraba en las habitaciones a acomodar las prendas sin ser detectada?, nunca lo supe, a esa hora el desayuno humeaba listo para ser devorado. Su agudeza era temeraria; y cuando la comunicaba, nadie en la familia la cuestionaba.

Ángela María llegó a mi vida dos años antes, para esas fechas yo andaría por los trece años, ella estaba por cumplir sus veintiséis, trabajaba de día y estudiaba nocturna, no recuerdo en qué momento la conocí, pero desde el inicio la amistad se sucedió espontánea. Hacíamos pijamada, desayunaba o comía en casa, sus visitas eran diarias.

Una tarde de domingo que sabía que estaría allí, Ángela María fue a visitarme a casa de la abuela, lejana, aún imperceptible, la abuela con su vista de águila la vio venir por ese basto despoblado que rodeaba su casa, entró y reprendió a mi madre, — ¡María!, ¿cómo es posible que permitas la amistad de tu hija con una desviada?, corta esto de inmediato si no quieres que te acuse con mi hijo.

A la abuela no se le cuestionaba, Mamá me negó y desde ese momento la amistad se fue quebrando, -un año después la abuela murió-. Luego de muchas súplicas, Ángela María nos siguió visitando, quiero suponer que nunca se enteró.

— El dolor se está volviendo insoportable, Chabelita, creo que es un cólico renal como el anterior, ¿puedes venir a arreglarme?, tengo noche familiar de fin de año 
— Vente al hospital que tengo guardia, Maia, aquí lo resolvemos

Sarita me acompañó y entramos por urgencias, Chabela ya me esperaba, le dio indicaciones a la enfermera y dijo que volvería porque tenía un infartado. La enfermera se acercó, tocó mi vientre y me sonrió 

— ¿Duele mucho, Maia?
— Intensamente, pero no en el vientre
— Lo sé, en un momento te arreglo. A ver, Maia, esta inyección duele como patada de mula, decide, ¿te la pongo de pie o acostada?, el dolor quizás sea equiparable con el que sientes ahora, pero será momentáneo, bueno, no tanto, durará unos minutos 
— Vaya, prefiero de pie

Rocío, la enfermera, preparó todo, se acercó y se quedó observando 

— Niña, que no te has bajado el pantalón 
— Bájelo hasta donde considere, por favor, que me estoy quebrando 
— Tranquila, va a pasar, te lo bajaré a media nalga, naa, mejor completo, así tendré una visión más amplia

Rocío puso la inyección y casi de inmediato sentí su recorrido; y en ese momento entendí por qué había dicho que duele como patada de mula. El dolor fue remitiendo -ambos- y es cuando me di cuenta que la mano de Rocío seguía empalmada en mi trasero

— Ya está pasando, Rocío, gracias 
— No corre prisa, niña, cómo soltarte si tienes un bonito trasero, debí darte una nalgadita antes de aplicarte la inyección 

Frente a mí, Sarita sonreía maliciosa

¡Acompáñame!
Hay té, café y galletitas en la mesita de arrimo



P.D. Ángela María se casó y tuvo tres hijos, actualmente vive con, Laura, su segundo matrimonio y el amor de su vida, -enlasierradenomeacuerdo-; y gracias a las redes seguimos tan amigas.


domingo, 29 de diciembre de 2024

Manías




En vísperas de año nuevo mi madre se -nos- ponía a hacer limpieza a fondo, no había escondite o rincón que no fuera sacudido del polvo, la exhaustiva limpieza incluía: conservar solo las prendas que se hubiesen adquirido ese año y desechar lo que se usaba poco o nada, sin importar valores o marcas, era una selección dentro de lo existente. 

— Pero madre, este bolso es de marca, ella de inmediato hacía un cálculo mental -que no recuerdo bien- costo + uso + algo más; y terminaba diciendo que la prenda había cumplido su función.

Pensaba que, para que algo se valore debe costar, así fuese simbólico; y todo lo que salía de la limpieza nos hacía cargarlo en la van para llevarlo a vender a los extremos de la ciudad, cada prenda era adquirida por una simple moneda. Algunas monedas a su vez eran lavadas, desinfectadas y colocadas en los zapatos que usaríamos la noche del 31.

Algunos rituales más cerraban el círculo de extrañas manías dentro de la familia, como la maleta roja, el cepillo detrás de la puerta, la quema de papeles, el huevo en el vaso, la figurilla de un gallo dirigida hacia la puerta principal... Si, definitivamente, mi madre era peculiar.


Yo tengo la mía, una que adquirí de las tantas que se sucedían en casa a la entrada de año nuevo, un billete nuevo y de mediana denominación guardado en una cartera nueva, ¿Qué puedo decir a mi favor...?, digna hija de mi madre.

Brindemos por el año que termina y por el que está por iniciar.

¡Acompáñame!
Té, Café, Chocolate, Ponche, Galletitas, Pay de manzana canela; y lo que apetezcas en la mesita de arrimo. Mantitas en el sofá y música a elección.

¡ Felices Fiestas!